Capítulo 30: Crema de Frambuesa

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Gabriela

Desde hace dos años celebraba mi cumpleaños en mi habitación en soledad como si fuera un día normal, mi madre no estaba para encender las velas mientras que papá sostenía el pastel, así que no me apetecía celebrar nada. Abigail insistía que era importante soplar las velas y pedir un deseo, así que sin falta el 20 de junio de cada año me traía un cupcake de chocolate con chispas, clavaba una vela en forma de estrella y la encendía para mí.

Pero hoy era diferente.

Los gritos me habían asustado, y con una sonrisa sorprendida me quedé agarrada a la camisa de Daren.

Toda la familia estaba reunida en la sala del departamento y por primera vez en dos años me sentí feliz en mi cumpleaños.

Entre risas me acerqué hasta los invitados y mis ojos se inundaron al ver a papá. El año pasado en esta fecha había estado tan ebrio que no me saludó, y al día siguiente tampoco, y con el paso de los días lo olvidó.

—feliz cumpleaños mi princesa —dijo dándome un abrazo fuerte que me reconfortó enseguida—. Te traje algo.

Con una sonrisa me entregó una bolsa con una cajita pequeña dentro, y al abrirlo mi vista se nubló por las lágrimas. Era el collar que mi padre le regaló a mamá cuando cumplieron veinte años juntos.

— papá, esto significa mucho para mí.

—a tu madre le habría gustado que lo tuvieras.

De reojo vi a Daren que conversaba con Cristina y María, se veía molesto, y con una seriedad profunda se acercó al minibar y se sirvió su trago favorito, el whisky.

—¡Gabi! —Abigail saltó a mis brazos como una loca—. Feliz cumpleaños amiga, tengo el regalo perfecto para ti, pero no puedo dártelo aquí.

Aún recordaba su regalo del año pasado, lencería que dejaba poco a la imaginación con temática de gatúbela.

—gracias, espero que no sea nada obsceno —la mirada culpable de Abi me dijo que era precisamente eso—. ¿Qué compraste?

—algo que dejará al tonto de Daren comiendo de tu mano, es todo lo que voy a decirte —Abigail se perdió entre los invitados buscando comida, era una glotona y por supuesto no dejaría bocado de pie mientras estuviera sobria.

Todos parecían disfrutar de la fiesta, pero había alguien que me preocupaba. Daren estaba parado en el balcón, sujetando el vaso de whisky a pesar de que el viento ya no era tan agradable como en verano, estábamos entrando en el invierno y la brisa te podía congelar con facilidad.

—hija mía —oí a mi espalda—. Feliz cumpleaños.

—gracias —dije correspondiendo a su abrazo.

—me enteré de lo que pasó hoy, ¿estás bien? —asentí sin quitarle la vista de encima a Daren, me ponía de los nervios verlo tan cerca del barandal—. Que bien. Alex se quedó en la empresa resolviendo el problema y rescataron algo que dejaste olvidado.

Atenea buscó en su bolso y sacó mi teléfono con su funda nueva de corazón en perfecto estado, pulsé el botón y en la pantalla de bloqueo vi los cientos de mensajes de Abigail.

—mi teléfono, gracias —me daba felicidad verlo de regreso, sobre todo porque dentro de unos meses tenía que devolverlo.

—ahora ve con él —dijo Atenea girándome por los hombros hacia Daren—. Está molesto conmigo, dijo que había arruinado su sorpresa por organizar una fiesta.

Así que esto no es lo que él había planeado.

Me crucé de brazos para cubrirme de la brisa y caminé hacia la ventana entreabierta.

Hasta que el contrato nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora