Capítulo 33: La madrastra malvada

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Gabriela

Charlas, salidas, y risas es lo que veía Daren desde hace unos días.

Jared se había convertido en un confidente valioso para mí, yo le daba consejos de cómo podía ganarse el corazón de Abi, mientras que él se portaba atento conmigo cuando Daren estaba cerca. No era necesario hacer demasiado para que nos mirara con odio y apretara la mandíbula, Jared había creado suficientes dudas con su declaración para que con solo vernos hablar, echara humos por las orejas.

A pesar de todo lo que estábamos haciendo, Daren intentaba parecer en sus cabales. En la empresa él me trataba como si fuera una empleada más, pero siempre abusaba de su cercanía conmigo. En el departamento seguíamos la misma rutina de siempre, desayunar juntos y venir al trabajo con conversaciones banales que lo hacían parecer un hombre común y corriente. Poco a poco comenzamos a volvernos cercanos, pero para mí eso no era suficiente.

A pesar de las palabras de Jared, mi querido esposo aún no decía ni una sola palabra de amor, y eso era frustrante.

Cada vez que Jared llegaba a verme a la recepción sonaba el teléfono y a los segundos de no contestar, Daren salía por la puerta queriendo asesinar a Jared. Sus celos eran evidentes, pero aun así, se mantenía callado.

—¿dónde están mis cosas? —pregunté mirando mi escritorio vacío. Todos mis lápices rosas habían desaparecido, al igual que mi taza, laptop y todo lo demás.

—el señor Daren se las llevó —contestó Liliana—. Nos separó.

Liliana me dio un vistazo con tristeza.

¿Qué se había creído para cambiarme de lugar sin avisar?

Molesta entré a su oficina y me quedé clavada unos pasos delante de la puerta ante la vista.

—¿qué significa esto? —dije al ver todas mis cosas a un lado de las suyas.

—¿no es obvio? —acomodó mi vaso con lápices rosa al lado de mi laptop—. Ahora trabajarás aquí, a mi lado.

Tuve que contener la risa y seguir en mi papel de molesta, pero por dentro, estaba feliz con la idea de estar a unos centímetros de él.

—me gusta mi antiguo puesto —me acerqué mirando mi nueva área de trabajo, estaríamos tan cerca que la tensión entre los dos sería excitante.

—te necesito aquí, Gabi.

A mí no me engaña, esta era la única forma de alejar a Jared, se estaba muriendo de celos.

—Liliana conoce mucho más tu trabajo, ella debería estar aquí.

—tú eres mi esposa.

—solo de nombre.

Mis negativas provocaban a Daren, estaba a punto de reventarse la vena de su frente, me gustaba sacarlo de quicio y quería probar hasta donde llegaba su resistencia.

—aquí soy tu jefe, y vas a hacer lo que yo te pida —dijo perdiendo la paciencia. En estos días, entre el trabajo y los celos, no había trabajado en paz—. Necesito a una secretaria a mi lado, es agotador tener que salir a preguntarles algo.

—para eso está el teléfono —respondí con una sonrisa. Era la excusa más barata que había oído.

—es más eficaz que estés aquí, puedo preguntarte lo que sea.

Fastidiado tomó asiento, levantó la vista y le dio unos golpecitos a la silla a su lado para que me sentara de una vez.

—necesito que busques a un fotógrafo, se llama Pierre Dubois, quiero que programes una sesión fotográfica para una propuesta de campaña publicitaria.

Hasta que el contrato nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora