Capítulo 41: Reunión de socios

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Daren

Semanas, días, horas, minutos y segundos y mi coraje hacia cierta persona seguía intacto.

Aún no había olvidado que Hansel se llevó a Gabi en contra de su voluntad y se había estado ocultando como una rata, y esperaba que no tuviera que encontrarme con él en la reunión porque no estaba seguro de poder controlarme.

—¿Está todo listo? —pregunté a Liliana que salía de la sala de juntas.

—Sí, señor.

—Bien, prepara tus cosas para entrar, necesito que estés conmigo atenta a todo lo que se diga en la reunión. Liliana sin decir nada asintió y fue con rapidez a recoger su ordenador.

Gabriela debía quedarse en la recepción a terminar los últimos detalles del desfile y quedarse al pendiente de que nadie interrumpiera. A la distancia vi a Gabi hacerme un puchero y se despidió con la mano.

Sintiendo no poder estar con ella me di media vuelta con Liliana a mi lado. Tomé asiento en la cabecera de la mesa y esperé con paciencia a que todos llegaran. Liliana acomodó carpetas en cada uno de los asientos y tenía casi dos litros de café preparado.

—Daren.

Levanté la cabeza y me encontré a Guillermo con la misma vibra amistosa. Era uno de los socios más cercanos y tranquilos, y al igual que yo, era diseñador de modas.

—Guillermo, un gusto saludarte amigo mío —dije poniéndome de pie para saludarlo con un abrazo.

—Igualmente —correspondió el gesto y se sentó en su lugar.

Seguido de él llegó Marco, el instructor de las modelos que era uña y mugre con Guillermo. Jared como de costumbre llegó sosteniendo un baguette lo suficientemente grande para acompañar el café en la reunión, y su padre saludó cordialmente a todos y tomó un lugar al lado de su hijo que ya se había instalado cómodamente a devorar su pan.

—Buenos días a todos —dijo mamá entrando junto con Alex que no se veía muy feliz de estar aquí.

—¿Alguien sabe si Alan asistirá? —pregunté a los presentes.

—Hablé con él esta mañana y dijo que vendría —anunció mamá abriendo la carpeta frente a ella.

—Bien, esperemos un momento más.

Liliana sirvió café para todos los presentes y tomó asiento a mi derecha para anotar todo lo que se dijera.

Alan por lo general llegaba tarde y a nadie le agradaba, mamá lo toleraba porque era un potencial socio y de vital importancia, pero jamás había cruzado más de dos palabras que no involucraran el trabajo.

—Hola a todos —al oír su voz la ira contenida con lentitud comenzaba a liberarse—. Papá no ha podido venir, así que vine en su lugar, espero que no les moleste.

Hansel con una sonrisa sínica se sentó en el otro extremo de la mesa con Teresa a su lado.

—Hola Daren —dijo a la distancia sosteniéndome la mirada—. Tenía días sin verte, ¿Cómo está Gabriela?

—Hola —la amargura me recorrió la lengua y sentí el golpe por debajo de la mesa proveniente de Alex—. Comencemos de una vez.

La tensión en la larga mesa se podía tocar, la mirada de odio que le lanzaba al que era mi mejor amigo en la infancia no pasó desapercibida por los presentes. Hansel solo sonreía ante mi cara de perro rabioso y miraba a la recepción donde estaba Gabi descaradamente solo para joderme.

Lo que más odiaba era que sabía cómo molestarme porque me conocía mejor que nadie.

—El lanzamiento de la colección de primavera está en puerta y necesito algo fresco para este año. Algo nuevo y clásico, algo a que todas las personas puedan acceder.

Hasta que el contrato nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora