Capítulo 2

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Halia

Un mes, ya había pasado un mes desde mi presentación en la clase de historia. Un mes desde que lo vi. Mis nervios habían aumentado más de lo que ya estaba en cada clase de historia que compartíamos. No por los murmullos que escuchaba de mí. No por las miradas de curiosidad. Por él. No lo conocía, pero parecía que tenía el poder de ponerme la piel de gallina solo con su presencia.

¿Era esto normal? No tenía experiencia en nada relacionado con los chicos. Pero sentir su mirada en mí me hacía sentir segura, hasta incluso sexy. Nunca me había sentido sexy en mi vida, tal vez porque todavía usaba bragas con diseños, pero por alguna razón resultaban ser más cómodos.

Él tal vez mida más de un metro ochenta, hasta de lejos podía notar que apenas le llego al hombro. Lo que más me llamaba la atención eran sus ojos, eran de un color verde que estoy segura podía pasar horas viéndolos, pero me obligaba a apartar la mirada cada vez que lo encontraba mirándome.

En este mes habíamos tenido pocas interacciones, no solo las miradas que nos dábamos y podíamos durar minutos sin que ninguno de los dos se apartase. Las veces que me dirigía a la biblioteca y podía verlo irse del sitio habitual donde me sentaba, encontraba una mesa limpia, sin una pizca de polvo. La bibliotecaria una vez me había comentado que él jamás había puesto un pie en la biblioteca, le parecía más raro que solo entrara y se fuera al cabo de unos minutos sin llevarse ningún libro.

Las pocas veces que habíamos compartido palabras fueron en la cafetería. Estaba esperando a las chicas en una mesa vacía, que por suerte encontré, de repente un grupo de chicos estaba parado frente a mí reclamando por su mesa. Muchas miradas estaban sobre nosotros en ese momento, estaba dispuesta a entregarles la mesa con tal de que esto acabara y que todas las miradas de apartaran.

Estaba por pararme cuando alguien me detiene, era él. Me sujetaba suavemente del hombro, impidiendo que me pare. Ahora las miradas estaban sobre él, Darem era alguien a quien no podías perder de vista.

-Las mesas no tiene dueño. -se dirige hacia el chico que me reclamo- No importa cuánto dinero haya donado tu padre para que no te expulsen por todas las veces que te encontraron fumando o follando en el armario del conserje. - las risas no tardan en aparecer, las mejillas del chico frente a mí pasan a un rojo carmesí. -Si ella quiere sentarse en esta puta mesa, se sentará en esta mesa o en cualquier otra. Créeme tengo muchos más secretos tuyos o de cualquiera de tus malditos perros falderos que todo el mundo quisiera escuchar.

Desde ese día puedo encontrar mesa fácilmente, algo que no me molesta porque era realmente difícil de hacer. El grupo de ese día ni siquiera se atreve a mirarme. Desde ese día cada que me cruzo con Darem me pregunta si estoy bien o si tengo algún problema, cuando respondo que no, se va y no me vuelve a dirigir palabra hasta el día siguiente. Volviendo a repetir la rutina.

No muchos nos prestaban atención en esas interacciones y era algo que agradecía porque no necesitaba que nadie se percatara por mi repentina curiosidad por el chico de gran físico, su camiseta parecía que en cualquier momento se iba a romper y eso era una gran distracción para las mujeres, de eso estoy segura, ya que todas las chicas de la escuela no disimulaban a la hora de mirarlo.

Vuelvo a acomodarme mi mochila mientras me dirijo hacia la biblioteca. Thea y Tamara habían ido a la cafetería a conseguir un pequeño refrigerio para encontrase conmigo luego.

Cuando encuentro una mesa apartada del resto de estudiantes dejo que mis pensamientos viajan hacia cierta persona, no había pasado mucho de que lo había visto en clase de historia y ya ocupaba toda mi mente. Mi mente va de nuevo a esa clase, en cómo se le marcaban las venas en sus músculos ¿Me pregunto si será dotado en todas partes? Esa interrogante hace que el calor suba por todo mi rostro y cierre las piernas rápidamente por la nueva sensación que comienzo a atravesar.

Sabía lo que me pasaba, había leído sobre eso en cada uno de mis libros, pero jamás pensé que se sentiría tan bien. No cuando solo lo estaba imaginando. Un ruido detrás de mí hace que voltee a su dirección. Mierda. Ahí se encontraba él, con una sonrisa en su perfecto rostro, lo que más me llamo la atención fueron sus ojos reflejaban ¿hambre? ¿Lujuria? Debía estar equivocada.

-Lo siento, no quería asustarte. Buscaba un libro para leer. -mi mente va de nuevo a lo que me dijo la bibliotecaria, pero me obligo a concentrarme en la conversación. Se coloca en el asiento de al lado, girando su asiento para estar cara a cara- ¿Esperas a alguien?

Puedo notar como se vuelve rígido y comienzo a preguntarme si le molesta la idea de mí esperando a alguien más.

-Sí, espero a mis amigas, no tardan en llegar. -pienso en que más podría decir, pero las conversaciones no son mi fuerte, de ahí la razón de porque solo hablo con Thea y Tamara. - ¿Te encuentras bien? -pregunto, sus ojos están en mí, pero puedo notarlo inquieto.

-Perdón por lo que hare, pero no creo que resista otro mes más, ni siquiera un maldito segundo. -habla muy rápido, pero logro entenderlo. Ocasionando que mi confusión crezca.

- ¿Perdón porque...? -dejo de hablar cuando siento sus labios sobre los míos. Me toma unos segundos recomponerme y seguirle el beso, es suave al principio y me ayuda a seguirle el paso, pero no tarda en subir de nivel.

Ya no es un beso suave, ni tierno. Es duro y posesivo, me encuentro acercándome más subiéndome a su regazo, pasea sus manos por mis caderas hasta mi trasero. Un gruñido sale de él y me olvido completamente de donde nos encontramos, solo me dejo llevar por las sensaciones que me genera. Nos separamos respirando entrecortadamente, juntando nuestras frentes.

-Nunca imaginé que mi primer beso sería así. -susurro, aun con la respiración entrecortada. De repente lo siento rígido debajo de mí.

Suavemente agarra mis mejillas y se aleja para que pueda verlo mejor. -Joder, sabes lo que ocasionas diciéndome eso. Creo que ahora soy yo el que siente mariposas en el estómago sabiendo que soy el primer hombre que te besa.

-También que me toca. - ¿De dónde sacó la valentía para decirlo? No tengo idea, pero me gusta hacerle saber que él es el único. ¿Es tonto? Tal vez, pero dejé de pensar racionalmente cuando sentí sus labios contra los míos.

-Eso quiere decir que nadie te ha follado, ¿no es así? -el calor que siento subir por mis mejillas debe darle la respuesta cuando no me atrevo a responder -Nena, solo harás que te estampe contra la mesa. Pero no quiero que tu primera vez sea así, en una maldita biblioteca donde cualquiera puede escucharte. Un lujo que solo yo puedo escuchar. -me deja un último beso, antes de levantarme y acomodarme el vestido.

A lo lejos se escuchaban las voces de las chicas. Fijo mi vista en él, sigue mirando mi rostro sin perderse ninguna de mis expresiones.

-Será mejor que me vaya. - se despide con un beso rápido, se acerca más a mí a susurrarme- Solo recuerda que esto no ha terminado, pequeño ángel.

El apodo me saca una sonrisa y hace que mariposas vuelen en todo mi estómago. 

- ¿Cómo te llamas? -pregunto. Obviamente se su nombre, todos en la escuela lo saben, pero aun no quiero que se vaya. Fue la única pregunta que me vino a la cabeza. 

-Esa respuesta ya la sabes, me has estado observando este ultimo mes, pero no te avergüences, yo hacia lo mismo contigo. -da un paso hacia la dirección opuesta de donde vienen las chicas, pero vuelve a hablar: -Pero como soy un caballero, te lo diré. Soy Darem. -finaliza antes de desaparecer entre los estantes.

My music writerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora