Darem
Cierro la puerta de mi apartamento con una patada, aún con Halia en brazos. Pasea su mirada en mi departamento, no puedo dejar de mirarla y me quedo sin palabras por tenerla aquí. Sentía este lugar sombrío, no importa si toda la luz del sol entrará, pero con ella aquí, su sola presencia ilumina todo.
La acerco más a mí, inhalando el dulce olor que desprende. Flores. En mi puta vida he amado las flores y ahora solo quiero llenar todo este lugar de ellas así podré sentir su presencia, aunque ella no esté. Pensar en que no esté a mi lado, aunque sea solo unos minutos, me vuelve loco. He encontrado a este pequeño ángel, no soy bueno para ella, pero es mía y eso significa que debemos estar juntos.
Dejándome caer en el mueble más cercano, la coloco en mi regazo. Moja sus labios, tentándome. Mierda. Solo hace más dolorosa la erección que llevo teniendo desde nuestro encuentro en la biblioteca. Aprieto sus caderas ligeramente, suelta un leve gemido que trata de esconder, pero es imposible, sus mejillas se tornan de un rosa suave.
La beso antes de que se avergüence más y para mi felicidad me lo acepta. Es torpe con los besos, pero me prende más saber que yo seré quien le enseñe y también la única persona con quien va a practicar. Hace el beso más profundo, toma todo de mí para apartarme de ella. Su primera vez será especial y no en un maldito mueble.
-No.- La detengo. Su sonrisa decae y sé que es lo piensa cuando trata de bajarse de mi regazo, la abrazo antes de que se mueva.
-No entiendo. Creí que querías...-La corto. Odio ver esa expresión triste en su cara, más si es por mi culpa. Nunca le daré razones para estar triste, le conseguirá cualquier cosa con tal de que me siga mostrando esa sonrisa que hace que me arrodille a sus pies.
Dejo pequeños besos por todo su rostro antes de pronunciar: -Joder, claro que quiero. Lo deseo, te deseo a ti. Como no tienes jodida idea. La pretina de mi pantalón está a punto de explotar y solo por unos besos tuyos, pero no quiero que tu primera vez sea así. No está a discusión. Te mereces lo mejor y te daré lo mejor. Ahora deja que tu hombre te alimente.
La llevó hasta uno de los taburetes, rodeó la encimera dirigiéndome hacia la nevera. Al abrirla encuentro un pedazo de pizza y un sándwich de queso de hace unos días. Mierda. Tendré que llenar más la despensa para poder alimentarla y ver tutoriales de cómo cocinar para que sepa que puedo proveerla.
Saco mi celular de mi bolsillo y pido variedad de comida para saber que haya algo que le guste. Me giró a mirarla y me percato que está observando un recuadro de mi repisa.
-Somos mi hermano y yo junto a mi madre antes de morir. -me dedica una mirada dulce. No va a preguntar, tal vez piense que no son sus asuntos, pero todo lo que tenga que ver conmigo tiene que ver con ella. Viceversa. -Falleció cuando tenía 13 y mi hermano 17. Tuvo un accidente de auto, un conductor ebrio no vio que estaba en rojo.
-Lo siento mucho, eras muy pequeño como para perder a alguien muy especial para ti, más si es tu madre. ¿Tu hermano y tu padre? -pregunta cautelosamente.
-Mi papá cambió desde entonces, se enfocó solo en el trabajo y mi hermano se esforzaba en la compañía familiar para que él se sintiera orgulloso. Trato de meterme a mí también, pero...-Mi corazón da un vuelco nuevamente con esos ojos marrones, observándome atentamente, ¿Cuánto tiempo había pasado desde que alguien se interesará en lo que yo piense o quiera?
- ¿Qué es lo que en verdad quieres, Darem? -me sonríe, invitándome a continuar. No sabe lo que esa sonrisa es capaz de hacer.
-Además de ti, quiero hacer música. -Lo dije. Nadie había escuchado esto antes, solo mi mamá. Ella solía decirme un dicho que hasta el día de hoy lo recuerdo perfectamente: Mientras más plantes, más cosechas tendrás y así nada te faltará.
Llevaba mucho tiempo escribiendo canciones, nunca se las había enseñado a nadie, excepto a mamá, pero siempre creí que le faltaba algo. Tener a Halia me hacía llenar de inspiración, tenía muchas ideas en mi cabeza, tonos, melodías. Ella era lo que estaba buscando para que todo lo que había estado haciendo, floreciera. Una musa.
-Eso es increíble, sé que lograrás ser un gran músico. Tu madre estaría orgullosa.
Le sonrió una vez más. Hoy he sonreído más veces de las que recuerde en mi puta vida. Seguimos hablando, bueno ella sigue hablando mientras yo por ratos le robo algunos besos mientras la comida llega.
Media hora después tocan la puerta. Halia trata de bajar de su asiento para abrir la puerta, pero la detengo antes de que sus pies toquen el suelo. Amo lo pequeña que es a comparación de mí. No quiero que ella abra y que el repartidor la vea, creerá que está disponible y lo único que recibirá además de la paga será una golpiza mía.
Abro la puerta, encontrándome con una chica como repartidor. Me entrega cada bolsa una por una mientras me come con la mirada. En definitiva, es apropósito y no soporto estar aquí con ella cuando mi chica me está esperando hambrienta en nuestra cocina.
- ¿En serio crees poder comer todo esto solo? Porque mi descanso comienza en 10 minutos y puedo hacerte compañía, mientras comes o tal vez después. -mordió su labio, acercándose más de lo debido para poder tocarme.
En ese momento apareció mi preciosa chica a marcar su territorio. -Bueno, tendrás que pasar tu descanso en otro lado porque ya tiene compañía. Si nos disculpas estábamos algo ocupados antes de que llegaras. Adiós- se despide entregándole el dinero y cerrarle la puerta en la atónica cara de la chica.
Se gira a mí con las mejillas rojas de la vergüenza, pero mi pecho se oprime de orgullo por no dejarse intimidar. La sujeto de ambas mejillas uniendo nuestros labios, no es un beso posesivo como los demás, en este quiero expresar mis sentimientos hacia ella. Por eso la beso lenta y delicadamente, acariciando su mejilla mientras continúo besándola hasta que necesita tomar aire.
La vuelvo a sentar y saco la comida de cada bolsa, ella se sorprende por la cantidad de comida qué hay. Le digo que ahora tendrá que venir todos los días para ayudarme a acabar, ella gustosa acepta. Genial, no tendré que secuestrarla ahora. Me siento a su lado rozando su pierna, comemos tranquilamente mientras nos conocemos, le preguntó de su libro favorito hasta del tipo de acondicionador que usa.
-Gracias por la comida. Estuvo deliciosa. -se levanta a dejar los platos en el lavabo.
Me acerco silenciosamente, colocándome detrás de ella. Su respiración se vuelve acelerada, pero no hace ningún indicio de apartarse. Coloco mis manos en sus caderas, acariciando dulcemente.
-Darem. -se acerca más a mí. Su cabeza tal vez le diga que es demasiado rápido, pero su cuerpo piensa diferente.
-Pídelo, solo tienes que decirme que es lo que quieres y yo te lo daré. -dejó besos húmedos por su cuello, subiendo hasta su oreja y darle un suave mordisco.
Quiero oírlo, quiero que suplique por mi toque. Saber que me desea tanto como yo a ella. Tenerla cerca no me hace pensar con claridad y la erección que traigo solo crece más, si no me corro voy a explotar. Perlas de semen comienzan a sobresalir, provocando que me restriegue en su trasero.
-Quiero que me toques. -se recuesta en mi pecho, suplicando.
-Te daré lo que quieras, pequeño ángel.
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My music writer
Historia Corta#1 de la serie My school lover Darem Matthew es muy problemático y reservado. Lo único que le interesa es hacer su música y poder hacerle la vida imposible a su padre, pero eso cambia cuando le da un vistazo a una de las alumnas nuevas. Es el prime...