Capítulo 16

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Darem

-No tengo tiempo para tus estúpidas ideas, Sam. -le respondo por el teléfono. Llevaba diez valiosos minutos de mi tiempo hablando sobre una idea suya.

-No es estúpido. -resopla a través del teléfono- Darem, sabes que nunca te pido favores. Bueno, casi nunca. -rio amargamente por su gran mentira- La verdad es que no te he pedido favores esta semana y se cómo están las cosas con tu padre en estos momentos, pero solo necesito que le hables sobre esto. Ella es una chica talentosa, si tu padre ve lo buena que es sabrá que vale la pena. Ella lo vale.

Replanteo las palabras de mi amigo. Sam muy pocas veces puede llegar a estar serio, pero sé que cuando algo está en su mira hace de todo para lograr lo que desea. Y al parecer esta idea no es algo que vaya a dejar ir.

-De acuerdo. Hablare con él, pero recuerda que me debes una muy grande solo por el hecho ya de tener que hablar con mi padre. -cuelgo sin esperar respuesta de su parte.

Acababa de salir de la ducha cuando Sam me llamo, ya llegaba media hora tarde a la cena con Halia y su madre. Esto no podría ser peor. Mi madre siempre me decía que si algo te importa la puntualidad lo es todo, de ahí la razón de que siempre llegue tarde a clases.

Mi teléfono esta por apagarse y decido cargarlo, aunque sea unos minutos antes de irme al departamento de Thea y Tamara.

Me dirijo a mi cama y comienzo a vestirme con la ropa que elegí antes de meterme a la ducha. Los nervios junto a mi prisa en vestirme no ayudan en nada. Tengo que volver a sacarme la camiseta cuando me fijo que me la coloque al revés. En mi mente maldigo a las personas que cometieron un error en la biblioteca de Halia. Tenia que estar terminado para hoy, para darle la sorpresa a mi ángel, pero los ineptos olvidaron piezas importantes para poder montarlo. Tuve que esperar una maldita hora para que terminaran su trabajo.

Me desespero más cuando no encuentro mis zapatos por ningún lado. Mierda. Busco debajo de la cama, encontrándolos junto a mas pares de zapatos.

Esto debe ser una jodida broma -pienso-. Se supone que limpie todo el apartamento para Halia, pero al parecer olvide debajo de nuestra cama.

Me estiro para alcanzar los zapatos que usare hoy, pero el sonido del timbre me sobresalta ocasionado que me dé un golpe contra la cama. Juro que, si son uno de los chicos, los tirare por la ventana. Voy hacia la puerta, sin mirar por la mirilla la abro. Que mal abre hecho para que mi día este empeorando. Sasha se encuentra frente a mí, con una sonrisa tímida. Nada comparado a la última vez que nos vimos.

-No, gracias. No quiero escuchar la palabra -le hablo con sarcasmo. Ella de religiosa no tiene nada-, tampoco quiero nada que tenga que ver contigo.

Cierro la puerta en su cara, pero ella la detiene metiendo su pie.

-Sé que no quieres verme, lo entiendo. -suena apenada- Solo quiero disculparme por los problemas que he causado. Además, traje un regalo para Halia.

Me da una pequeña bolsa, observo por dentro sin inmutarme en que le haya dado joyería. Halia no necesita joyería para deslumbrar, de por sí con su presencia es suficiente. Pienso unos segundos en mi próximo movimiento y con mil maldiciones en mi cabeza, la dejo pasar.

-Tendrás cinco minutos para la mierda que quieras decirme. -señalo el asiento que se encuentra frente a la mesa- Siéntate aquí y no te muevas, no quiero el olor de tu perfume por toda mi casa.

Voy directo a mi habitación a buscar mis zapatos y acabar con toda esta mierda de Sasha. Me los coloco más rápido de lo normal y voy en busca de mi chaqueta, pero antes sujeto el regalo de Sasha y con este me dirijo a la ventana. La abro lanzando el regalo por este, cae en el bote de basura de la abuelita que vive un piso más abajo que yo. Tarde o temprano encontrara la joyería cuando vaya en busca de sus gatos o vaya a botar su basura.

My music writerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora