Capítulo 9

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Halia

Comienzo a removerme en la cama sintiendo un dolor entre mis piernas. Los recuerdos de la noche anterior hacen estragos en mi mente.

Perdí mi virginidad.

Y la perdí con Darem.

Si de algo estoy segura es sobre que, si esto entre nosotros no funciona, no estaré arrepentida de que él sea mi primera vez. La manera en la que me hacía sentir especial y muy segura de mi misma, es algo que cualquier mujer debería tener.

Sigue profundamente dormido a mi lado, trato de soltarme de sus brazos, sin embargo, es una tarea difícil. En un último intento me liberó rápidamente, me reemplaza con una almohada que al instante abraza fuertemente.

Lo veo dormir por unos minutos, se ve tan relajado que es imposible que la mayoría de los chicos de nuestra clase le tengan miedo. Solo es alguien quien ha sufrido mucho y no ha sabido cómo expresar su dolor.

No encuentro mi vestido por ninguna parte y decido usar la camiseta de Darem junto unos corredores, pasó la cuerda un par de veces y por suerte no se cae.

Me dirijo a la cocina para preparar nuestro desayuno. Saco todos los ingredientes, dejándolos en la encimera. Tarareo una canción, mientras bato los huevos.

Desde pequeña siempre me ha gustado cocinar, soñaba con algún día preparar variedad de comida y postres para mis hijos y esposo. Es algo con lo que fantaseaba a menudo, un hogar, una familia y una mascota.

Las palabras que Darem me susurraba mientras hacíamos el amor, de que será mi para siempre me dejan pensando ¿Lo dijo por el calor del momento o esto es algo serio? Sabía que él tenía experiencia en estas cosas, sabía cómo sentir especial a una mujer. Pero confío en él y sé que nunca haría nada para romperme el corazón.

Sirvo los huevos con tocino sobre nuestros platos, dejándolos sobre la encimera. Me dirijo hacia el pasillo que da a la habitación cuando tocan la puerta. Me arreglo el nido que traigo por cabello y trato de parecer más decente, vuelven a tocar más fuerte y me apresuro a abrir.

Me encuentro con una mujer, porque a ella no se le podría describir como una chica, sino una mujer de cabello rubio que parece una modelo. No se molesta en mirarme cuando me aparta de la puerta y pasa de frente. Da una mirada rápida a su alrededor antes de posarla en mí, levanta una ceja al mirar mi atuendo.

Levantó la mirada, tratando de no agacharla. No me arrepiento o avergüenzo de las cosas que hice con mi demonio y tampoco le daré el gusto a esta mujer de que tiene el poder de intimidarme.

-Sasha Collin. -se presenta.

-Halia. -digo, sin tratar de darle más información sobre mí. -Disculpa, ¿buscas a Darem?

-Obviamente, hay mucho que preparar. Quiero su opinión sobre las flores, el pastel y la música. -comienza a hablar emocionada.

-Oh, ¿es tu cumpleaños? -pregunto.

-Claro que no, niña. Son los arreglos de nuestra boda.

¿Boda? Había escuchado mal o era una broma. Se arregla su cabello con su mano derecha, dejando mostrar un hermoso anillo de compromiso con un gran diamante. Siento mi pecho oprimirse y trato de retener las lágrimas que se comienzan a formar en mis ojos.

Esto debía ser un maldito error, mi Darem no podía estar comprometido con esta mujer. ¿Fui la amante? Mi garganta duele por los sollozos que trato de reprimir, siento que la cabeza me da vueltas.

Todo había sido una maldita mentira. Coge a la virgen, ya que de seguro tu prometida ya entregó su virginidad a otro. Nada en la vida es un maldito cuento de hadas.

-Pero que detallista. -se acerca a la mesa de café que se encuentra al lado del sillón. -Tiene mis fotos de mi última sesión. Le dije que no era necesario ya que no vivirá por mucho aquí -se gira en mi dirección con un sobre de sus fotos en mano-, planeamos mudarnos a una casa grande para formar una familia.

Y esa fue la gota que derramó el vaso:

Posa una mano sobre su plano vientre. -Tal vez ya estemos a la espera de uno.

Mi corazón se rompe en ese momento. Dejó salir las lágrimas cuando me dirijo a la puerta y salgo del departamento. Me encuentro descalza, pero eso no me impide salir a la calle y tomar el primer taxi que encuentro.

El conductor, que se ve de unos cincuenta años por sus canas, me da una mirada de consuelo cuando ve mi aspecto y las lágrimas por toda mi cara. Agradezco que no comience una conversación, en estos momentos solo necesito espacio. Desahogarme y olvidarme de él.

Llegamos al departamento que comparto con las chicas y me toma un segundo darme cuenta que no traigo ni mi celular, ni mi cartera conmigo. Carajo, esto podría empeorar.

-Olvidé mi cartera, pero puedo ir rápido a mi departamento y traer algo de dinero...- me apresuro a decir.

Alza su mano en mi dirección deteniéndome, me dedica una dulce sonrisa. -No se preocupe señorita, yo invito este viaje. Creo que es suficiente que tenga un corazón roto para agregarle más dolor al tener que caminar descalza.

-Muchas gracias. No sé cómo agradecérselo.

-Me lo podrías agradecer recibiendo este consejo: "No se acaba hasta que se ponga un punto final." Pero para poner un punto final debe haber una historia antes. ¿No es así?

-Sí, así es. -asiento cuando nuestras miradas se cruzan por el retrovisor.

Coloca una de sus manos en la cabecera del asiento del copiloto y me deja observar mejor el tatuaje que tiene en la mano. Un corazón con una cruz sobresaliendo de una de sus esquinas. Se voltea en su asiento para seguir hablando:

-Se debe leer la historia para poder saber si quieres continuarla o si ya estás cien por ciento seguro de que aquí acabo. -sonríe melancólicamente- Aunque en mi caso le puse punto final, pero lo hice para comenzar una nueva historia. Junto a su lado. Siempre a su lado.

-Es usted muy sabio. Muchas gracias por eso.

-Créeme mi niña, los años te vuelven más sabio.

Salgo del auto despidiéndome de él. Lo veo alejarse, entró al departamento una vez desaparece de mi vista. Mis pies duelen al estar sin mis zapatos, por suerte no me encuentro con nadie ni al caminar al elevador o cuando salgo.

Tocó la puerta del departamento, se escucha las risas de las chicas. Thea es quien abre la puerta, pero su sonrisa decae cuando ve mi aspecto. Se acerca rápidamente a mí y me abraza, mis lágrimas vuelven a salir, no contengo la tristeza y la rabia que siento. Tamara se une a nosotras segundos después abrazándome.

Ninguna dice nada y lo agradezco. Escucho una de las puertas abrirse, levanto mi cabeza viendo como uno de los amigos de Darem sale del cuarto de Thea. Ella se percata de su presencia y se coloca delante de mí, impidiendo que él pueda verme. Tamara y yo estamos confundidas por la situación.

-Asunto de chicas. -dice Thea acercándose a él y volviendo a meterlo en su cuarto.

Ella vuelve a abrazarme como si no hubiera pasado nada, aunque tengo muchas preguntas en mente lo dejo pasar.

Solo necesito este momento de paz, que triste que vaya a durar poco.

My music writerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora