Incluso si no era lo mejor o si atentaba en contra su buen juicio, Chanyeol acudió la mañana siguiente, cerca de las diez, al departamento de Kyungsoo. Necesitaba hablar con Baekhyun y aclarar toda la información que ingresó en su cabeza las últimas veinticuatro horas. No era sano para nadie tener ese cúmulo de dudas en la cabeza. Una explosión sería el acontecimiento próximo.
Estuvo despierto casi toda la noche y tenía los ojos rojos por haber estado mirando la tablet en penumbras. Le avisó a Kyungsoo que iría, aunque le pidió discreción con Baekhyun para no alterarlo. Jongin incluso le había dicho que el doncel había pasado una noche tranquila por los medicamentos que lo enviaron a un sueño profundo, pero que por la mañana el cansancio y la tristeza pudieron con él.
Y Chanyeol había causado toda esa pena, así que debía solucionarlo.
Golpeó la puerta con sus nudillos, temblando por intranquilidad que vibraba en sus músculos. El sonido de los pasos que se acercaban a la puerta lo descompuso más.
—Pasa.
Así sin más, ni un saludo previo, lo recibió Kyungsoo quien lucían tan aprensionado como Chanyeol.
Baekhyun estaba en la mesa de frente al ventanal sin cortinas, en sus manos tenía una taza de chocolate que por la falta de humo estaba frío ya. Se acercó con pasos suaves, no queriendo advertirlo de su presencia. Jongin salió de la cocina y fue hasta Kyungsoo, le susurró algo al oído antes de que ambos se despidieran y salieran del departamento. Solo con el sonido de la puerta al cerrarse, Baekhyun se volteó a ver a Chanyeol.
—Hola, patito —saludó ligeramente, sentándose frente al joven.
No hubo respuesta, Baekhyun, con los ojos sombrosos y los labios sin ánimo de levantarse, solo acarició el borde de la taza una y otra vez.
—¿Cómo te encuentras?
Tampoco escuchó nada en respuesta. El silencio le enloqueció y pesó más sobre su conciencia.
—Perdóname. Ayer no supe cómo responder cuando te sinceraste. No fue mi intención hacerte sentir mal.
Baekhyun bajó la mirada al chocolate a medio tomar.
—¿Patito?
—¿Por qué viniste? —lanzó la pregunta con tono apático.
—Estaba preocupado y no podía... dejarte solo así.
—... ¿Te doy miedo? —preguntó haciendo una mueca con los labios.
—No, claro que no.
—¿Y mi enfermedad?
—Le temo a lo que pueda hacerte daño. Me aterra porque puede ser muy difícil de tratar y no sé cómo ayudarte —se sinceró—. No quise asustarte ayer por la noche. Tampoco fue mi intención ofenderte.
Baekhyun, todavía con su mirada perdida y los labios sueltos, dejó la taza de chocolate a un lado y luego estiró su mano sobre la mesa bajo un andar sutil, sin intención alguna. Chanyeol se fijó en esos dedos delgados y bonitos que solía tomar cuando estaban en la cama. El recuerdo le evocó nostalgia hasta el más delgado y pequeño de sus huesos.
—Quiero que estés bien y me he preguntado si eso implica que estés fuera sin un médico —dijo con suavidad, cuidando sus palabras para no exaltar a Baekhyun—. Quizás no de regreso a ese lugar, pero-
—Las jaulas son para los animales. Soy un animal.
Chanyeol se alarmó al escucharlo y cuando sus ojos recorrieron al joven, solo encontró esa misma apatía que envolvía como un huracán a Baekhyun.
ESTÁS LEYENDO
RED SHOES (Chanbaek)
RomanceBaekhyun era un bailarín de ballet de la academia real. El edificio le pertenecía a Park Chanyeol, ex campeón de boxeo. Chanyeol creía que Baekhyun estaba en otro mundo, y Baekhyun creía que Chanyeol era un tigre gruñón. Aun así, Chanyeol no podía...