CAPÍTULO 26

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Durante unos segundos continué sentada en el suelo, mirando en la dirección por la que Frank había salido corriendo mientras comenzaba a sentir como el labio me palpitaba y un regusto a metal comenzaba a invadirme la boca. Bajé la vista a mis manos y me di cuenta de que la piel de mis muñecas estaba enrojecida por la fuerza con la que Frank me había sujetado.

La ráfaga de aire que había aparecido antes ya no existía y si no fuera por el árbol partido por la mitad que había a unos metros de distancia, creería que había sido fruto de mi imaginación.

La figura de Alex apareció a mi lado sobresaltándome de tal manera que tuve que reprimir un grito.

-Eh, tranquila- dijo con un tono de voz suave- Te voy a ayudar a levantarte ¿vale?

Su tono de voz era calmado, casi como el que alguien utilizaría para tranquilizar a un niño asustado. Aquel era el lado amable de Alex, el que no estaba acostumbrada a ver, y que aparecía muy de vez en cuando y siempre que estaba metida en problemas.

-Puedo sola- dije con orgullo evitando sus ojos por el miedo a qué podría encontrar en ellos. No sabía qué me destrozaría más, si encontrármelos llenos de lástima o de enfadado.

-Sé que puedes, pero quiero ayudarte.

Sin darme tiempo a responder, alargó sus brazos para agarrarme de las manos y tirar de mi hacia arriba.

Cuando me tuvo de pie frente a él me liberó las manos, pero no se alejó, sino que se quedó allí quieto a unos centímetros de mí, observándome de arriba abajo. No me di cuenta hasta entonces de que, a parte de mis medias, Frank también me había roto el top y una de las mangas colgada de mi brazo dejándome el hombro al descubierto.

- ¿Te ha hecho algo? - preguntó con la mandíbula tensa.

-No más de lo que ves- respondí.

Cuando alcé la vista para observarle, descubrí algo que no esperaba: Preocupación. Me asombró darme cuenta de que Alex no sentía lástima por mí, ni estaba enfadado por lo que acababa de pasar, sino que estaba preocupado, y aquello era algo para lo que no estaba preparada.

Escaneó mi cuerpo de nuevo, pero de una forma muy distinta a la de Frank porque mientras él lo había hecho para incomodarme, Alex lo hacía para asegurarse de que estaba de una pieza.

- ¿Cómo has acabado aquí sola con él?

Tardé unos segundos en ordenar mis ideas y en recordar cómo había acabado a solas con aquel capullo.

-Necesitaba alejarme de todos, así que me he ido a dar un paseo. Frank ha debido de seguirme porque ha aparecido de la nada.

-Cabrón- siseó- no le tendría que haber hecho caso a Leo y debería haberle partido la cara en la cafetería a ese gilipollas.

Su comentario me descolocó durante un momento. ¿En la cafetería? ¿Se refería a cuando Frank se había enfrentado a Daniel?

- ¿Por qué ibas a querer partirle la cara? - pregunté extrañada.

-Porque es un capullo- respondió sin dudar. Aquella era una respuesta demasiado vaga como para que me diera por satisfecha.

- ¿Vas a partirle la cara solo por ser un capullo? - pregunté mientras me tocaba el labio para comprobar que, efectivamente, sangraba – Porque entonces, déjame informarte de que vas a tener que partirle la cara a mucha gente.

-No todos los capullos te llevan a la fuerza al bosque mientras intentan arrancarte la ropa- respondió con la mandíbula tensa. Con una mano en mi mentón, me obligó a levantar la cabeza y se puso a examinar mi labio.

DESPERTAR (MERAKI I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora