CAPÍTULO 27

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Estaba segura de que el despacho de la directora nunca había estado tan lleno como en aquel momento. Once personas nos encontrábamos en la habitación, haciéndola parecer diminuta mientras las voces de todos los allí presentes se sobreponían las unas sobre las otras. Todas excepto la mía, que no había abierto a boca desde que me habían sentado en una silla, todavía recubierta de barro y sangre, para ver cómo todo el mundo discutía sobre lo que había pasado en aquel bosque sin siquiera mirarme dos veces ni pedirme opinión.

A mi espalda, apoyando sus dos manos en el respaldo de la silla, se encontraba Alex con Leo y Charles flanqueándole. No estaba segura de si en otras academias los profesores tendrían tan en cuenta la opinión de sus alumnos como en aquella, pero si algo tenía claro, era que aquellos chicos jugaban un papel importante en Meraki.

Tras encontrar el cadáver de aquel chico Alex, Charles y Leo me habían arrastrado, casi literalmente, hacia el edificio principal y me habían llevado al despacho de la directora que, contra todo pronóstico, seguía trabajando un viernes a las dos de la madrugada.

Nada más verme había puesto el grito en el cielo por la cantidad de sangre que me cubría el cuerpo y, tras asegurarse de que no era mía sino de un alumno, cuyo cuerpo colgaba sin vida de un árbol en mitad del bosque, había movilizado a la gran mayoría del claustro de profesores de entre los cuales, solo conocía a los encargados de la clase de defensa.

Al analizar detenidamente a todas las personas que había en aquel despacho, llamó mi atención la presencia de un hombre idéntico a Khalan, pero a diferencia del profesor que ya conocía, este llevaba el pelo rapado lo que hacía el distinguirles una tarea mucho más sencilla.

Al lado del gemelo de Khalan se encontraba una mujer de pelo lacio e igual de oscuro que sus ojos. A su lado, un hombre se erguía para pasarle un brazo sobre los hombros mientras escuchaba atentamente lo que Leo comentaba en aquel momento. Su pelo rubio y sus ojos de color miel contrastaban con los de la que parecía su pareja.

Otro profesor, que destacaba por su desmesurada altura, intervino e interrumpió a Leo mientras hablaba como si lo que el chico acababa de decir fuera una estupidez e iniciando una nueva discusión.

Cansada de que lo único que hubieran hecho desde que habían puesto un pie en el despacho fuera discutir, exhalé pesadamente, mientras apoyaba la espalda en el respaldo de la silla, sintiendo cómo los dedos de Alex entraban en contacto con mi ropa y distrayéndome durante unos instantes del frío que me recorría el cuerpo.

Pero el calor de su piel quedó rápidamente en un segundo plano, cuando un pinchazo me atravesó el pecho de forma repentina, haciéndome contener la respiración durante unos segundos y recordándome el dolor que había sentido en el bosque tras la huida de las sombras. Era algo que me había comenzado a suceder en los últimos cinco minutos y que cada vez se repetía con más frecuencia, aunque por suerte, había conseguido disimularlo lo suficiente como para que nadie se diera cuenta si no me prestaba mucha atención.

El sonido de la puerta al abrirse fue el causante de que, por primera vez en mucho tiempo, pudiera disfrutar de unos segundos de silencio cuando todo el mundo calló para prestar atención a la persona que entraba en la sala. Pero para mi desgracia, no duró tanto como a mí me hubiera gustado, porque en cuando la cara del guardaespaldas de Lily se asomó, Leo no dudó en comenzar una nueva pelea:

- ¿Y este qué hace aquí?

-He venido a darte un besito de buenas noches, sé que no puedes irte a dormir sin él- le contestó mientras cerraba la puerta a su espalda y se apoyaba en ella.

Un resoplido a modo de risa se me escapó antes de que pudiera retenerlo y sentí un ligero tirón de pelo por parte de Alex a modo de reprimenda.

-Christian- le advirtió la directora. Luego dirigió la vista a Leo- como parte del equipo de seguridad de la señorita Spencer, Christian debe estar presente en las reuniones relacionadas con la seguridad del campus. No estás aquí para cuestionar nuestras decisiones- prosiguió- estás aquí porque esta noche un alumno ha muerto y otro ha desaparecido y, como testigo, necesitamos que no expliques qué has visto.

DESPERTAR (MERAKI I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora