CAPÍTULO 33

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Los ojos de Alex seguían fijos en los míos con un brillo de intensidad que consiguió intimidarme y que me obligó aflojar mis brazos y a dar unos pasos para alejarme de él.

Sentí como la conexión que se había creado entre nosotros se rompía y me sentí aliviada y decepcionada a partes iguales, pero no dejé que la incomodidad nos invadiera.

- ¿Tu padre siempre es así contigo?

-Es así con todo el mundo- dijo con sus ojos todavía fijos en mí.

- ¿Por qué?

-Es coronel. Cree que la disciplina es el camino hacia el éxito y que siempre tiene la razón absoluta en todo. No es una buena combinación.

- ¿Y por qué le permites que te trate así?

No sabía si estaba tentando demasiado mi suerte, pero no podía evitar preocuparme por él.

-Siempre ha querido que siga sus pasos, desde el instante en el que nací. He sido su mayor esperanza y su mayor decepción al mismo tiempo.

- ¿Por qué crees eso?

-Porque yo no veo el mundo del mismo modo en que él lo hace. Yo no creo en la superioridad de unos sobre otros, ni en la subordinación como un medio para alcanzar el poder, y tampoco creo que la violencia ni la sumisión, sean la solución a nada. Y eso, para él, es una deshonra. El que yo lleve su sangre lo es.

- ¿Y por qué actúas como si pensaras todo lo contrario? - pregunté. Si alguien me hubiera dicho en mi primer día en Meraki que Alex iba a soltar un discurso como aquel, me hubiera reído en su cara.

-Porque siempre que le he llevado la contraria al coronel, mi madre y mi hermana han sido las que han pagado las consecuencias. Yo soy el único amortiguador entre ellas y sus ataques de ira. Y si tengo que actuar como si fuera un capullo para protegerlas lo haré.

Mi corazón se partió en mil pedazos al ver los sacrificios que aquel chico estaba haciendo, sin que nadie fuera consciente de ello y no pude evitar arrepentirme de todo lo que había pensado sobre él en los últimos meses.

-No sabía que tenías una hermana ¿Cuántos años tiene?

Una diminuta sonrisa se dibujó en la cara de Alex al pensar en su hermana y mi corazón dio un vuelco al ver todo el amor que sentía por ella reflejado en sus ojos.

-Diez. Estoy seguro de que os llevaríais de miedo. Es igual que tú, siempre se mete en algún lío por no cerrar la boca.

- ¿Cómo se llama? - pregunté contagiándome de su diversión.

-Ava.

-Me gusta- dije sonriéndole- Ava tiene mucha suerte de tenerte en su vida, Alex.

Alex apartó la mirada con un suspiro y se quedó unos instantes mirando por el ventanal que teníamos a nuestro lado. Luego dijo:

-Vamos, es tarde. Te acompaño a tu edificio.

No volvimos a hablar más en todo el camino. Mi piel se erizaba cada vez que recordaba cómo, tras dejarme en la puerta, se había alejado mirándome fijamente con una ligera sonrisa en los labios y las manos en los bolsillos caminando de espaldas y despidiéndose con un simple "Buenas noches, Rubia" que mi cerebro había seguido reproduciendo incluso en sueños.

Seguía sin comprender muy bien nuestra relación, pero una cosa estaba clara: algo había cambiado aquella noche, especialmente la idea que tenía sobre aquel chico de ojos azules que no era para nada como se mostraba ante el mundo.

DESPERTAR (MERAKI I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora