Para Roier y Jaiden era realmente molesto ver como aquellos niños, Híbridos de dragón, eran tratados por sus padres adoptivos, Raramente prestandoles atención y haciendo que algunos quedarán únicamente con una vida por la falta de atención.
Roier er...
|Normalmente no lo pido, |Pero te recomiendo escuchar |La canción de el título |mientras lees :D-
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Ambos niños permanecían despiertos, aquella mañana, el padre de Tallulah, quien era uno de los dos niños despiertos, había salido de la Isla.
Tallulah se había sentido triste, aún cuando la habían dejado a cargo de Melissa y Philza, la pequeña extrañaba a su padre.
Ahora mismo sujetaba entre sus manos un sombrero mexicano que su padre le había dado antes de irse, mientras que su compañero de habitación, Chayanne, Estaba sentado al igual que ella.
Ninguno hablaba, no querían jugar o algo, solo ninguno tenía sueño.
Enmedio de ellos, Un sujeto de imponente figura se encontraba sentado, al igual que los niños no hablaba.
Los tres estaban en la misma cama, que pertenecía a Chayanne, este miraba sus piernas, tenía algunas curitas de colores que Jaiden le había colocado en la tarde cuando accidentalmente se había caído mientras jugaba.
La mano de el hombre fue a la cabeza de la niña, retirando el gorro que ocupaba siempre, igual al de su padre, y jugando un poco con su cabello.
-Señor, usted extraña a mi papá?-
-Claro que si pequeña-
Tallulah dejo de lado el sombrero, y con cuidado abrazo a el sujetó.
Chayanne al ver esto también quiso ser parte, con cuidado se metió en el abrazo.
-Usted es amigo de mi papá?-
-Se podría decir que si, Somos buenos amigos-
-Entonces cuando llegue, podrás acompañarnos a mi y Chayanne a recibirlo en el muelle?-
-Lo intentaré-
Ambos niños sonrieron, mientras el chico jugaba con sus cabellos, en unos minutos dentro de aquel abrazo, ambos terminaron por dormir.
El de corona separó con cuidado a ambos de el, Dejando a Chayanne en la cama mientras cargaba a Tallulah a la que le pertenecía, Arropando la.
Lo mismo hizo después con Chayanne, acomodandolo en la cama y cubriéndolo con las cobijas de esta.
Los miro un momento, Ambos niños completamente dormidos y tranquilos.
Dejo con cuidado el sombrero mexicano y el gorro de la niña en la mesita de noche, junto con el salvavidas de el niño.
Salió de la habitación mientras su capa arrastraba por el suelo, al cerrar la puerta tras el simplemente se digno a desaparecer de aquella casa.
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