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Esmeralda:

La pregunta de la chica pelirroja me tomó por sorpresa, pero traté de mantener la compostura. Su elogio sobre cómo nos veíamos juntos me hizo sonreír internamente, aunque por fuera traté de mantener la calma. Tom, siempre tan atento a mis reacciones, me miraba con esa sonrisa traviesa que me hacía perder la concentración.

—No tengo ningún inconveniente con que nos vinculen, pero realmente me importa la opinión de Esmeralda sobre esto — confesó Tom, su mirada clavada en la mía. Sus palabras me hicieron sentir una oleada de calor en el pecho. Siempre había sido así, considerando mis sentimientos antes que los suyos propios.

—Para nada me molesta — respondí, sintiendo su mano sobre la mía. Nuestro contacto eléctrico me hizo mirarlo involuntariamente, encontrándome con sus ojos, y en ese instante, el mundo a nuestro alrededor pareció desvanecerse.

Las preguntas continuaron, y nos tomamos fotos con la gente, pero mi mente seguía centrada en la cercanía de Tom. Una niña pequeña nos pidió una foto.

 —¿Puedo tomarme una foto con ustedes? — preguntaba una niña, le calculaba unos 6 años de edad, me dio mucha ternura. 

 —Claro que sí, preciosa, solo que ahora se me acaba de perder ese niño —contesté mientas buscaba a Tom con la mirada, había tanta gente que no lo veía. 

—Tú y Tom hacen una muy linda pareja —. Aseguro la niña quien causó un sentimiento muy lindo en mí. 

 —¿En verdad piensas eso? —pregunté mientras me agachaba a su altura. 

—Sí, son muy bonitos juntos, serían una gran pareja — contestó la pequeña. 

—Yo opino lo mismo.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y los nervios llegaron a mí. Sabía que era Tom quien había dicho eso y justo ahora estaba parado detrás de mí.Aun agachada, giré mi cara para verlo.

 Enseguida extendió su mano para ayudarme a levantar, quedamos al mismo nivel y nuestras miradas se conectaron, mi corazón latía muy rápido, había entrelazado nuestras manos. 

—Ya no entendí, ¿si son novios o no? — Nosotros negamos divertidos por el tono en el que lo preguntó. —Están peor que mis papás. 

—Cariño, mejor, ya tomemos la foto, tu padre espera afuera. —Supongo que era su madre, ya que se notaba nerviosa por el comentario de la menor. Nos pusimos junto a la pequeña y tomamos la foto, nos despedimos de ella y empezamos a caminar hacia donde estaban nuestros amigos.  

Las palabras de la menor sobre cómo hacíamos una linda pareja me hicieron sonreír genuinamente. Sentí una chispa de esperanza en mi interior.

Cuando la niña se fue, me sentí atrapada en un momento con Tom. Nos encontrábamos tan cerca que podía sentir su aliento en mi piel. Era como si el tiempo se detuviera, y solo existiéramos nosotros dos en ese pequeño universo que habíamos creado.

—¿Y bien? — preguntó Tom, rompiendo el hechizo momentáneo. Reímos juntos, y caminamos hacia nuestros amigos, quienes bromeaban sobre nuestra cercanía.

—¿Por qué no salieron ustedes? — inquirió Tom mientras subíamos al auto. La pregunta me hizo sonrojar, pero intenté disimularlo.

—No hay nada de malo con darle a los chismosos algo de qué hablar — respondí con una sonrisa, tratando de restarle importancia. La complicidad entre Tom y yo era innegable, pero aún había un largo camino por recorrer.

  —Otra pregunta mejor es: ¿qué hacen ustedes con las manos entrelazadas? — Ahora preguntaba Georg con cierto tono de burla. 

—Mejor vámonos a comer, que hay que celebrar el nuevo proyecto de Emma — comento Gustav. 

¡𝙉𝙤 𝙨𝙤𝙢𝙤𝙨 𝙉𝙊𝙑𝙄𝙊𝙎! // 𝘛𝘖𝘔 𝘒𝘈𝘜𝘓𝘐𝘛𝘡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora