CAPÍTULO 9

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Mis manos temblaban, mi corazón se aceleraba, mi boca se secaba todo a causa del chico de mis sueños, Jimin se encontraba sentado justo frente a mí con su singular elegancia mezclada con ternura.

-¿Te gusta?

Pregunté completamente perdido en el movimiento que realizaba para comer, sus labios se abultaban y su lengua salía suavemente para limpiar sus hermosos belfos rosados.

-Está delicioso… Gracias por enseñarme éste lugar.

Asentí y volví mi rostro hacia mi plato, no eran muchas palabras, no eran grandes acciones pero sólo por el hecho de tenerlo tan cerca ponía mi mente y mi cuerpo en un estado de completo nerviosismo.

Terminamos la comida entre miradas furtivas y palabras de elogio hacia los alimentos y el chef, nos levantamos de nuestras sillas y salimos a dar un pequeño paseo bajo el atardecer.

-¿Porqué me invitaste?

Preguntó cuando nuestros pasos se detuvieron a la mitad del puente que unía a la ciudad, mis ojos se clavaron en los suyos provocando que una corriente eléctrica pasara por mi espina dorsal y se acomodara en mi pecho.

Me acerqué un poco y él no retrocedió – Creo que sabes la respuesta – Respondí dando otro paso más.

-Pero quiero escuchar que lo digas.

Esta vez fue él el que dio un paso adelante dejando a nuestros cuerpos a sólo unos pocos centímetros de distancia.

-Me… Me – Tartamudeé, el tenerlo tan cerca, el percibir su olor y su calor corporal me tenían al borde de un colapso – Gus.. Gus – Respiré profundamente y ese precioso chico sonrió provocando que mis nervios se vieran embelesados – Me gustas Jimin.

Por fin pude completar esa pequeña frase de tres palabras que alteraba toda mi mente.

– También me gustas.

Parpadeé un par de segundos tratando de asimilar sus palabras, no podía creerlo, él parecía un ángel, tan etéreo y fuera de mi alcance ¿Porqué yo? Quería preguntar pero no pude hacerlo, todo impulso de negatividad y desconfianza se desvanecieron cuando sentí por primera vez sus labios sobre los míos.

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Terminé de leer, dejé la hoja sobre la mesa y fumé un poco más de mi cigarro, apoyé mi cabeza sobre el espaldar del mueble y suspiré.

Tenía sentimientos encontrados, me daba melancolía recordar mi primer beso pero no sentía la depresión y desesperación que había sentido antes al leer los escritos de Jungkook.

Don't Leavy MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora