×Capítulo XLIX×

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El viento agitaba las flores en el jardín, parecía un murmullo suave que atrapaba la mente de quién se lo encontrase en un viaje de paz y extrañeza mientras sus mirabas no se enfocaban en algo realmente y se dejaban guiar por el viento.

El viento que intentaba levantar la falda de una pequeña besty se paseaba juguetona por las mejillas de esta, llevando su risa entre las olas de brisa suave.

— Madre, ¡es una flor para tí! —le entregó  una rosa en las manos dejando boquiabierta a la mujer que movió sus orejas.

— Esto es... ¡¿tú lo cortaste con tus propias manos?! —miraba con desagrado algunas gotitas de sangre en aquella flor por lo que la dejó caer en el suelo— No vuelvas a usar tus manos, si quieres algo el resto debe dártelo, ¿entendido?

— ¿Ellos me lo darán? ¿Con sus manos? —miraba dubitativa la pequeña mientras miraba sus manos— No duele. —mostró sus manos a su madre mientras esta se preocupaba de las actitudes de su hija.

— Ah... —suspiró con pesadez— Vamos adentro, jamás dejes que te vean con rasguños, tú eres especial. —llevó a la niña de la muñeca hasta un pequeño bebedero de aves haciendo que la menor limpiará el rastro de sangre causado por aquellas espinas al intentar obtener la rosa.

— ¡Lo que tú digas madre!.

— Así se hace amor mío, pronto serás una gran señorita y todos van a adorarte.

— ¡Sí!

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Capítulo XLIX
×Atención indeseada×
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Pov Bella:

Aún recuerdo la última vez que me sentí herida, sin duda alguna fué hace mucho, cuando aún era una cachorra...

En un reino alejado de lo humanos y bestias mágicas se encontraba oculto un reino Besty del cual pocos sabían su ubicación pero igualmente conquistaban tierras por montones uniendo las capacidades innatas de los seres medio bestia.

En ese reino estaba en el trono el Rey y su Reina y la Princesa. La corona siempre había ido heredada de padres a hijos pero para desgracia del Rey después de intentarlo mucho solo había obtenido una niña, él se desesperó al no saber que hacer con ella culpando a la Reina de todo.

Pero nadie lo sabría, porque la Reina siempre visitaba al pueblo cada fin de mes vigilando los comercios y demás lugares, podrías decir que era una Reina muy benevolente por siempre estar con su pueblo ayudando cuando podía.

Los bestys solían vivir ahí escondidos del mundo de las bestias mágicas y demás seres que solían sentirse superiores por ser descendientes de los "Primordiales".
Pero no eran más que narcisistas que deseaban sentirse superior sin importar qué, pero de nada servía verlos como enemigos o iguales para aquellos bestys que vivían en ese reino, porque no eran tan fuertes por sí mismos para enfrentarlos.

El reino era próspero en su diminuta creencia de supervivencia.

Recuerdo bien que siempre pude ver lo que el resto no. Siempre me la pasaba junto a mi madre, una poderosa y famosa besty que desbordaba elegancia y siempre me decía lo que debían hacer todos.
Era una mujer de apariencia fuerte pero amable.

El Dragokin [Ramcisco] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora