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❝xxxii. you drew stars around my scars but now i'm bleedin' ❞
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LOS DÍAS SIGUIERON SU CURSO Y LA COMUNICACIÓN ENTRE EL GRUPO Y ADARA COMENZABA A ESFUMARSE.
La pelirroja menor evitaba estar en el dormitorio compartido, tras comprender que todas (a excepción de Stella, y un poco de Flora) le hacían la ley del hielo; sobre todo Aisha.
La presión en su pecho aún no se esfumaba por completo, pero tampoco les rogaría atención o cariño a las personas que habían decidido apartarla de sus caminos.
Adara se marchaba lista del dormitorio cuando todas dormían, pasaba el día alejadas y regresaba a altas horas de la noche, cuando sabían que todas se encontraban dormidas.
Internamente agradecía no tener clases con Sky. Le dolería aún más tener que estar cinco horas en un mismo saló, sintiendo su presencia, pero no pudiendo hacer nada.
Desde que era pequeña sabía que a veces debías renunciar, o perder cosas, para abrirle el camino a las nuevas. Pero aquello era demasiado.
Había perdido todo lo que parecía atarla a Alfea. Su hermana no le dirigía la palabra, ni muchos menos la mirada; sus amigas parecían decepcionadas de ella; Sky pretendía que Adara no existía y que jamás había estado presente en su vida; y Stella y Flora trataban de estar con ella cada tanto, pero no era suficiente.
Adara se sentía increíblemente sola. Ahora se daba cuenta lo enorme que era Alfea, lo ruidosa que era la cafetería, el silencio mortal que había en la biblioteca, lo solitarias que podían parecer las horas de clase, y que las risas de sus amigas encajaban perfectamente.
¿Había hecho lo correcto en ir en busca de las Pixies? No lo sabía, pero ahora no había marcha atrás en sus decisiones.
—Hey —saludó Klaus, dejando su bandeja y tomando asiento frente a ella.
