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❝xxxiii. I hope the guilt eats you alive until the day you die❞
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ADARA EVITABA HACER CONTACTO VISUAL CON ROSALIND. Odiaba admitirlo, incluso aunque no fuese en voz alta, pero desde la última vez que había estado en la misma habitación con ella a solas, le tenía un miedo profundo.
Stella, Beatrix y... Andreas, eran las únicas personas que sabían lo que había ocurrido aquel día que regresó de la casa de Sky. El increíble momento que había pasado allí, se arruinó por completo esa misma noche; dejándole un terrible recuerdo de aquel día.
—Toma asiento —ordenó. Observó como la pelirroja cumplía sus órdenes con rapidez y temor. Recostó su cuerpo contra el borde del escritorio, tomando una carpeta con el nombre de Adara Peters—. He estado viendo tus notas, de estos últimos días, —recorrió vagamente las hojas— y varios de tus profesores me han dicho que quizá sería buena idea adelantarte al próximo año.
Adara no pudo evitar levantar la cabeza de la sorpresa. Adelantarse un año significaba alejarse del grupo, terminar Alfea antes y formar parte del mismo año que Stella.
La pelirroja sabía que era buena en los estudios; que aunque sus notas no importasen, lo que importaba era la información que su cerebro absorbía y retenía. Conocía más cosas del Otro Mundo que alguien que se había criado en él.
—Pero yo no estoy de acuerdo.
Sorpresa, sorpresa.
—Aunque tus notas sean impecables y en los exámenes sorpresa saques la nota más alta, sobrepasando a todos tus compañeros —incluida tu hermana, quiso añadir—. Parece que no sigues el ritmo en Jardinería, Cuidado Mágico y Química Vegetal. ¿Por qué es eso?
Ambas sabían la respuesta. Adara sabía que Rosalind estaba al tanto, y Rosalind sabía el porqué; pero preguntárselo le haría más daño al hada de fuego.
