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❝xxxvii. misfortune pursues me❞
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—CONFIÓ EN QUE COMPRENDEN LA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN —exclamó Silva, al grupo de hadas que se resguardaba en las instalaciones de armamento de los especialistas—. Hasta que sepamos cómo vamos a proceder, nadie puede saber los detalles de lo que pasó en el cementerio. Nadie puede saber que hay hadas en esta escuela que no controlan la llama del dragón.
Los ojos verdes de Adara, no se habían apartado de su hermana. Ambas parecían estar en un mundo diferente.
Boom parecía fuera de sí, intentando procesar lo que ocurrió, sin querer que nadie estuviese cerca de ella. Adara, en cambio, tenía un millón de pensamientos rondando por su cabeza.
Y ninguno se relacionaba con la lástima.
—Perdón, —interrumpió Terra hablando con rapidez— sé que es grave que Bloom haya mata... —se detuvo a sí misma, notando la mirada de todos sobre ella—. Que Rosalind esté muerta. Pero, en mi humilde opinión, creo que es más grave que Rosalind haya matado a Dowling.
—Sí, pero ahora, lo único confirmado es la primera parte de esa oración —respondió Silva, con los brazos cruzados sobre su pecho—. Gracias, Klaus —agradeció al chico, tras alcanzarle la caja que había pedido anteriormente.
Adara y Bloom eran las únicas sentadas, aunque alejadas la una de la otra; mientras que el resto se encontraba de pie, mirando al nuevo encargado de Alfea.
—Ahora, hice un acuerdo con Bavani —Silva acortó la distancia que había entre él y Bloom, y abrió la pequeña caja— que debería evitar que Bloom fuera a confinamiento.
—¿Qué son? —preguntó Flora, viendo el contenido.
—Son aparatos de tortura para que Bloom no use su magia —respondió Aisha, con el ceño fruncido, dándose cuenta de lo que haría Silva—. Perdió el control debido al cristal. Pero descargó su magia. Ya no es un riesgo.
