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❝xxxv. Lake Roccaluce❞
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EL GRUPO SEGUÍA A LA PELIRROJA EN COMPLETO SILENCIO. El sol aún no podía hacer presencia, pero esperaba deseoso la hora de poder hacerlo.
Stella había tenido que quedarse en el dormitorio, acompañada de Flora, quién decidió quedarse con ella; gracias a las insistencias por parte de Adara para que su amiga no quedase sola.
Adara llevaba la delantera, siendo seguida muy de cerca por Klaus; y luego el resto.
—¿A dónde vamos? —inquirió Aisha en un susurro, moviéndose ágilmente entre los pasillos de Alfea.
No recibió respuesta.
Adara continuó caminando, con sus ojos aún brillando en un color naranja oscuro.
—Alto —susurró Klaus, atrayendo la mirada de todos. El castaño veía la pantalla del celular con atención. Sus ojos brillaron en un verde manzana y un ruido se escuchó desde otro pasillo, junto un par de pisadas rápidas—. ¡Apuren, apuren!
El grupo caminó rápido hasta salir de Alfea y cruzar la barrera.
—¿Qué ocurrió? —preguntó Bloom, con la voz agitada por la rápida caminata que debieron hacer, y todos los desvíos repentinos.
No importaba qué tan cansados estuviesen, Adara no dejaba de caminar; obligando al resto a continuar marchando en silencio.
—Los guardias de Rosalind —explicó Klaus—. Estaban cerca de donde estábamos nosotros y necesitaba hacer algunas distracciones para que no se crucen en nuestro camino.
—¿Cómo sabías? —preguntó Sky, viendo cada cosa frente a él, en caso de que algo les quisiera dar una sorpresa.
—Uhm, bueno... —balbuceó nervioso, dándose cuenta que había dicho algo que quizá no debería.
