10. Natalie

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Antes de dirigirme a su concierto, había parado en una floristería preciosa a comprar un ramo de paniculata roja que me llamó la atención desde que lo vi esa misma mañana dando un paseo. Lo dejé en su casa para dárselo cuando volviera. Me habría encantado llevarlo a su concierto. Pero no podía ser. Daría demasiado de qué hablar y eso era lo último que ambas necesitábamos.

Llegué al lugar que me había indicado Zahra a la hora exacta. Me coloqué una especie de zona privada con acceso al backstage y supe que estaba a punto de empezar cuando las luces de teatro cesaron. Mi corazón se aceleró y la emoción recorrió me cuerpo en forma de escalofrío como una niña que va por primera vez al concierto de su artista favorito.

Apareció en el escenario, iluminada, como una diosa, comenzando a cantar. La miraba con ternura. Intentando no evidenciar mis sentimientos a flor de piel.

Antes de llegar al estribillo de la primera canción, una lágrima traviesa ya rodaba por mi mejilla. La limpié rápidamente y seguí disfrutando del espectáculo.

Cantó varias canciones a parte de "Évidemment", la que representaría a ese bello país en el concurso. Cuando terminó, aproximadamente una hora y media más tarde. Me dirigí rápidamente al backstage. Ella al verme corrió hacia mí y nos abrazamos con fuerza.

—Has estado increíble —le dije.
—Me alegra tenerte aquí —me dijo.
—Vaya, desconocía que teníamos una invitada de honor —dijo el que supuse que era su manager apareciendo. Ella me hizo un gesto disimulado para que aparentara absoluto profesionalismo. —¿Qué te trae por aquí Natalie?
—Pues... Creo que hay que conocer a tus oponentes. La Zarra es una gran rival... Al igual que Loreen, por ejemplo. Nos llevamos bien entre todos y creo que para dar una mejor imagen al programa debería de notarse esa amistad entre todos los concursantes.
—Tienes toda la razón —me dijo su manager. —Felicidades, a propósito. Vas primera en apuestas.
—Sí, lo sé... Gracias...
—No hay de qué... —dijo dándome un despectivo vistazo de arriba a abajo y marchándose. Suspiré profundamente cuando salió de mi campo visual.
—Él es así... —dijo Zahra poniendo los ojos en blanco. —¿Te ha gustado? —dijo saliendo junto a mí del lugar. Pedimos un taxi y nos fuimos a su casa.

—Me ha encantado —dije al llegar. —Ha sido sublime.
—Lo sé —bromeó. —Felicidades por las apuestas.
—Gracias. Justo me lo contó Kam hace nada...
—¿Sabe que estás aquí?
—Sí. También que irás a verme al próximo concierto.
—Évidemment —bromeó. —Te he visto llorar entre bastidores... —dijo.
—¿Qué? Has debido de imaginarlo... —reí.
—Ajá... —dijo rodando los ojos. —A si que te has emocionado... —se burló sentándose a horcajadas sobre mí.
—Tengo que darte algo, no quise llevarlo al concierto por si a caso... —dije dirigiéndome al comedor y cogiendo el ramo de encima de la mesa para llevárselo.

Ella se llevó las manos a la boca a modos de sorpresa y sus ojos denotaban emoción.
—No puede ser... —me dijo mientras se acercaba. —No tenías porqué... Gracias —dijo dándome un beso y cogiendo el ramo.
—Claro que sí... —le dije con una sonrisa.
—Me encanta.
—Quizá algún día pueda llevarte alguno.
—Confío en que sí... —me dijo mirando el ramo con una ternura que me hizo derretirme.
—Lo pondré en agua.
—Dicen que si le pones una pastilla efervescente duran más...
—Lo haré, las conservaré —me dijo con una sonrisa.
—Me alegro de que te haya gustado. Es una flor sencilla pero siempre me gustó...
—Me encanta, lo digo en serio. Es perfecto... Joder... Vaya... —dijo secándose una lágrima que rodó por su mejilla.
—Ahora eres tú la que se ha emocionado —bromeé y ella me mojó con un vaso del agua del grifo que estaba poniendo a las flores. —¡Pero! ¡Te vas a enterar! —reí dirigiéndome hacia ella cuando dejó las flores en la encimera y echó a correr al verme tomar otro vaso con agua. —¡Ven aquí! —grité yendo tras ella entre risas.
—¡No no! —exclamó riendo cuando conseguí alcanzarla y me coloqué sobre ella. —No me mojes —dijo evitando la risa e intentando poner un puchero.
—Muy bien entonces... —dije y comencé a hacerle cosquillas haciendo que riera incontrolablemente.
—¡No. No... esto es peor! —gritó entre carcajadas. —¡Me rindo me rindo! ¡No lo volveré a hacer! —dijo retorciéndose mientras reía.
—Muy bien —dije parando. Ella se relajó y suspiró profundamente. 

Estábamos tan cerca que casi podía escuchar su corazón bombeando contra su pecho. Nos mantuvimos la mirada en silencio durante unos segundos. Posteriormente nos besamos profundamente.

El beso se prolongó y para cuando quisimos darnos cuenta ambas salíamos de la ducha.

Era tarde, estábamos agotadas. Y queríamos recorrer la ciudad por la mañana. Por lo que cenamos algo ligero y nos fuimos a la cama.

—Bonne nuit —le dije apartando un mechón de su cara.
—Parlez-vous français? —me preguntó alzando una ceja.
—No demasiado —dije. —Pero eso ya lo sabes.
—Te enseñaré —dijo recogiéndome en un abrazo y cerrando los ojos.

Supe que no tardó en coger el sueño por la manera en la que su respiración cambiaba y sus latidos se relajaban. Miré su cuerpo durante unos segundos a sabiendas de que Kamila me diría el "te lo dije" Mas grande que haya escuchado nunca. También lo harían Loreen, Ale y Käärijä. Me habría encantado contarles pero no quería violentar la privacidad de Zahra. Aunque pensaba que ella estaba desarrollando los mismos sentimientos por mí que yo por ella, sabía que podía correr el riesgo de equivocarme y esa simple idea me aterraba. El amor jamás fue mi fuerte, y pensar que podrían volver a hacerme daño me hacía sentir tan vulnerable que impulsivamente quería salir corriendo de ahí y no saber de ella jamás, aunque eso me dolería más que cualquier cosa que pudiera hacerme.

Renuncié a los impulsos de mi mente de huir y me quedé a su lado, abrazada a su cuerpo, sintiendo cada respiración, cada movimiento y cada latido. Pensando que tan buena habría sido para merecer tocar el cielo en vida.

FLOWERS IN THE BACKSTAGE (La Zarra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora