CAPÍTULO XIX. Amar duele.

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Louis sabía que llorar no solucionaría nada, sin embargo, llevaba toda la semana envuelto en sus sabanas, ahogándose en su propio llanto. Su compañero de habitación no solía demostrar demasiada devoción en Louis, alegando más de una vez que no soportaba su personalidad de constante felicidad.

Pero esos días pareció apiadarse de Louis.

Ethan solía pasar poco tiempo en el dormitorio para no tener que coincidir con Louis, aunque las cosas cambiaron levemente cuando le vio llorando en horario de clases. Louis sabía lo erróneo que estaba siendo su comportamiento, avergonzado al ser consolado por la persona que juró detestar desde que conoció un año atrás.

—Te he traído los apuntes de hoy —Su compañero entró en la habitación sin saludar, tan solo dejando caer un par de hojas grapadas junto a Louis.

—Gracias... —musito débil.

Louis acobijó su cuerpo en busca de derramar unas cuantas lágrimas, sin embargo, un exagerado escalofrío recorrió su cuerpo cuando Ethan le destapó cruelmente.

—Dime cuantas malditas horas llevas ahí —exigió saber su compañero, observándole con una mala mueca.

—Déjame en paz —rogó, acurrucándose en su cama.

Ethan suspiró como un toro bravo, rodeando el brazo de Louis con sus dedos y dándole un fuerte estirón que le hizo aterrizar en el suelo. Louis soltó un quejido, mirando a su compañero con rencor. Eso había dolido...

—Prometí que te ayudaría, pero si no pones de tu parte... —Le señaló con acusación, Ethan estaba furioso—. Louis, si no pones de tu parte te puedes ir a la mierda.

—No es tan sencillo, idiota —refunfuñó.

Su brazo fue soltado con algo de brusquedad, decidiendo que permanecería en el suelo. Su compañero le aseguró días atrás que le echaría una mano con las clases hasta que se sintiese mejor, sin embargo, Louis no intentaba poner de su parte para facilitar la situación.

Hacía un año que se conocieron por primera vez, teniendo que presentarse en la soledad del dormitorio una vez fueron asignados. Louis fue el primero en acercarse, estirando su mano para estrecharla con educación, no obstante, Ethan le rebajó con la mirada y bufó ignorándole.

Louis le hizo saber lo desagradable que fue ese gesto, recibiendo un choque de puños que le dejó anonadado. Su compañero de habitación no entabló demasiadas conversaciones a lo largo del año, lo único que Louis sabia de él, es que acababa de salir de una relación de cinco años.

¡Pero eso no debería justificar su mal comportamiento!

—Llorar no solucionará nada, idiota —Ethan contestó con el mismo insulto, como si tuviesen diez años.

—Ni siquiera sabes que me ocurre...

Siguió con la mirada a Ethan, viéndole suspirar antes de sentarse a su lado en el suelo. Después de tantos meses de miradas cargadas de odio, el chico de cabellos dorados le observaba, con sus verdosos ojos, comprensivo.

—Entonces explícame que mierda te ocurre.

Louis parpadeó lentamente, dejando fluir un par de lágrimas que aterrizaron sobre la tela de su pijama. Estaba abrazando sus rodillas, las cuales yacían húmedas por su constante tristeza. Deseaba uno de los reconfortantes abrazos de Harry. Dios, lo deseaba tanto...

—Siento que me ahogo todo el tiempo, como si tuviese un peso muerto sobre mi pecho —comenzó a explicar, sintiendo la mirada de Ethan sobre su perfil—. Es una sensación extraña, como la melancolía de cuando fallece un ser querido, aunque sepas que esa persona sigue viva...

HISTORIA DE VERANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora