CAPÍTULO XIII. Guerra.

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No tenía claro en qué momento se inició aquella perfecta sesión de besos, Louis solo permitió que Harry le subiese en su regazo para poder compartir de esos mimos juntos. Se estaba derritiendo en sus brazos.

Todo comenzó con la emoción de Louis al fijarse que en el mando a distancia de la televisión, había un botón especial para poder acceder a Netflix. Louis nunca pagó para ver algo en una plataforma de esas, le hizo ilusión.

Sin embargo, la única sabiduría de que la película seguía reproduciéndose, era por el sonido de fondo que había. Harry ignoraba la existencia de su televisión, besando al universitario con una dulzura que parecía comenzar a subir de tono por parte de Louis. Descendió sus manos hasta las caderas del joven pintor, pegándole mucho más a su cuerpo. Nunca tendría suficiente, Louis era una droga para él.

—Harry... —musitó Louis sobre sus labios.

El mencionado dejó de observarle a los labios para poner atención a su mirada y poder descifrar que deseaba. Tenía las pupilas dilatadas y sus caderas se removían nerviosas sobre su pelvis. Tuvo que hacer fuerza con sus manos para que dejase de moverse así sobre su miembro.

—¿Qué quiere mi chico? —acarició con su nariz la de Louis, pudiendo percibir un tenue ronroneo de su parte.

Louis nunca contestó, sintiéndose envalentonado y seguro de sus acciones cuando llevo sus manos a la camisa de Harry, comenzado a desabrochar los botones. Cerró sus rodillas sobre las caderas de Harry por la excitación que sentía, sus mejillas ardían como el infierno y Harry miraba su rostro con mucha lujuria.

—¿Estás seguro, Lou? —susurró Harry

Quería saber su respuesta antes de avanzar con algo más.

—Si...

Una vez Louis sinceró que estaba listo para aquello que le prometió durante tantos días, llevó sus labios al cuello de Harry, intentando imitar los besos que el escritor siempre le daba, haciéndole jadear. Supo que funcionó apenas notó como Harry tenía su respiración más agitada y presionaba con más fuerza los dedos sobre sus caderas.

Los cortos dedos de Louis descendieron hasta el botón de los vaqueros que llevaba Harry, tan solo siendo capaz de poner su mano encima de su erección cuando la puerta de la entrada se abrió de golpe. Harry se quedó con el gemido atascado en su garganta, ambos mirando hacia la dirección del estruendo.

—¿Aradia? —Harry no se lo podía creer.

Louis sintió su corazón haciéndose añicos durante unos segundos, hasta que Harry puso su mano sobre su nuca y le arropó en su pecho. Se sentía protegido.

La mujer de Harry estaba delante de ellos con una expresión cargada de desprecio, totalmente callada. Louis sentía sus castaños ojos sobre su espalda, quería largarse de allí. Quería que dejase de mirarle de esa manera.

—¿Qué haces aquí? —volvió a preguntar Harry.

Soltar a Louis no era una opción, podía sentir su corazón agitado. Seguramente estaría algo asustado y no quería que se sintiese despechado en un momento así.

—Lo último que esperaba hacer, era verte... —Les señaló con la palma extendida, sus labios pintados de rojo detonaban asco con sus comisuras bajadas—. Así...

Louis se atrevió a mirarla, la curiosidad era tan grande, que no pudo permitirse vivir sin la idea de saber cómo era el rostro de esa mujer que compartió tantos años de vida con Harry.

—¿Qué mierda haces aquí, Aradia? —Se le estaba acabando la paciencia.

Su mera presencia era indignante.

HISTORIA DE VERANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora