Capítulo 22: Una pesadilla hecha en realidad

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Hillary

Esto tenía que ser una pesadilla.

Una pesadilla en la que estaba siendo atormentada por un monstruo. En este caso el monstruo era una chica de cabello negro y ojos azules que está retorcidamente loca.

Mamá.

Me duele, me quema por dentro su recuerdo. Ella no se merecía ser asesinada, lágrimas se forman en mis ojos y caen a los lados de mi rostro. Mami... Por favor, perdóname.

No podía dejar de pensar que su muerte fue mi culpa, si tan solo no me hubiera involucrado con Alex esto no estuviera pasando.

Soy tan estúpida.

Pero soy más estúpida porque aún lo sigue queriendo, y me odio por eso.

Calmándome, giré mi cabeza a ambos lados para darle un vistazo a mis alrededores. Estoy encerrada en un cuarto gris, el techo estaba manchado por la humedad y había una enorme puerta de metal que es la que lleva a la salida.

Me levanté e inmediatamente me sentí mareada por el golpe en la cabeza que me dió Pamela.

Perra.

Di unos cuantos pasos, pero una cadena enganchada a un aro de metal en la pared estaba conectada con mi pie izquierdo y me impidió seguir caminando.

¿Dónde estoy?

Seguí mirando alrededor del cuarto y cuando mi mirada se fijó en una esquina observé a una chica también con una cadena conectada a su pie. Ella estaba inconsciente y acostada en el suelo, su cabello castaño muy parecido a el mío caía sobre su rostro.

¿Quién es ella?.

Estaba encerrada igual que yo, sabiendo que Pamela era la que nos tenía encerradas acá, no podía confiar en nadie. Excepto por ella.

Decidí caminar a hacia ella, deseando que la cadena fuera lo suficientemente larga para alcanzar a la chica. Logré alcanzarla y empecé a sacudirla para despertarla.

—Despierta— le había dicho y me alivié cuando después de haberla sacudido varias veces logró despertarse.

—Mmmm— murmuró la chica que abrió sus llamativos ojos verdes mientras reaccionaba de haber estado inconsciente.

—Shhhh— le susurré para no llamar la atención de Pamela y el hombre que nos secuestró que deben estar afuera del cuarto vigilando. —No grites.

La chica asiente con la cabeza —¿Dónde estamos?

—Ni idea. ¿Quién eres tú?— le pregunto mientras me siento en el suelo a un lado de ella.

—Soy Sabrina, me imagino que tú eres Hillary ¿Verdad?— nunca había visto a esta chica en mi vida y ella sabía mi nombre.

—¿Quién te contó mi nombre?— arqueo mis cejas.

—Soy amiga de Alex, el me ha contado de tí— me dice ella mientras se queja del apriete que le está haciendo la cadena en su tobillo.

—¿Solo una amiga?— un sabor amargo recorrió en mi garganta, que asco sentir celos.

Sabrina tuvo que haber notado mi incomodidad —No es lo que tú piensas, el es mi amigo nada más.

—Tranquila, lo que suceda con él, no me importa para nada— mentí. Aún lo quería y saber que tenía una "amiga" desde quién sabe, me da un poco de celos.

—¿Por qué no te importa lo que suceda con él?— no sé de donde sale esta confianza de contarle mis problemas a alguien, pero necesito hablar de lo que siento.

Alex, el asesino joven © (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora