▪️°~21~°▪️

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Un estruendoso gritó sonó en casi toda la casa, dejando aturdida a las 2 chicas frente a señora empezando sus años dorados.

—¿¡PERO QUE TE HICISTE EN EL CABELLO!? —La señora estaba transpirando, y tras ella le siguió otra qué parecía ser su hermana menor:

—Parece que unas tijeras te hubieran pasado por la cabeza. —Su disgusto era totalmente obvio, lo qué hizo a Lucía rodar los ojos con fastidió.

—¿Y sí te terminamos de pasar la máquina por el coco? Así te verías más bonito.

—Es solo cabello, tías.

—Dejen el drama, señoras. —La señora Elizabeth puso a cada una en su lugar golpeándolas con su abanico personal, pasando de lado hacía la mesa del comedor—. Vienen de un vuelo de 3 horas y lo único que les importa es el estúpido cabello.

Las señoras no dijeron nada más al respecto ante el ultimátum de la cabeza de la familia.

—Bueno, dejando eso de lado —Miró a la jovencita peli lila qué se encontraba atrás de su sobrina—. Ella me imagino qué es...

—Amelia. Sí. Espero y no les moleste qué pase navidad con ustedes.

—También lo esperó...

—¿A qué se dedican tus padres, jovencita? —Interrumpió una hermana.

Amelia, segura, caminó delante de su "amiga".

—Mí abuelo, qué en paz descanse, fue Pastor de una Iglesia en Huesos Burgo. Mí papá le siguió sus pasos y la heredó cuándo el murió. Mientras, mí madre heredó el negocio de su familia qué se dedica a fabricar dispositivos y máquinas de inteligencia artificial para la seguridad del hogar. Vivo en un apartamento junto a Lucía debido a mis estudios en Hexside.

—Niña de buena familia —Una de las señoras, específicamente Doris sonrió, un tanto complacida, en especial por su vestimenta; se viste mucho mejor que su sobrina a decir verdad—. Solo... tus ojos. Son muy dorados para ser normales.

—Oh, herencia familiar. Un error genético en mí familia paterna.

—Bueno, son muy bonitos. Un gustó qué estés en nuestra casa. Vayan a instalarse y las esperaremos para cenar. Lucía —Llamó a la muchacha qué estaba sosteniendo la maleta de ella y su "amiga" para llevarlas a su habitación—. Tendrán qué dormir en la misma habitación. Creímos qué solo vendrías tú, así qué no tomamos en cuenta qué tendríamos qué limpiar otra.

—¡No sé te olvidé que conocerás a tú pretendiente la noche antes de Navidad, jovencita!

—Soledad, ella ya lo sabe. No te impacientes.

—La escuincla tiene que casarse y darle nietos a su madre. Entonces, ¿Para que nació mujer?

Tras sus espaldas, subiendo las escaleras, la morena gruñó molesta. De todas sus tías se estaba debatiendo cuál era era la peor; Sí Doris o Soledad.

—¿Estás bien, nena? —Preguntó la peli lila, sosteniendo la cintura de su novia cuando esas señores insoportables dejaron de mirarlas.

Ha excepción de abuela Elizabeth.

—Sí... Ya estoy acostumbrada.

Le sonrió para tranquilizarla, y una vez arriba de las escaleras recostó su cabeza en su hombro, siempre siendo vigiladas por Doña Elizabeth.

Le sonrió para tranquilizarla, y una vez arriba de las escaleras recostó su cabeza en su hombro, siempre siendo vigiladas por Doña Elizabeth

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