Maldito bastardo.

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Tom

No sabia si devolverle el bolso a la pelinegra terca o quedármelo como venganza por como me trato. Claramente si me lo quedaba, sería muy infantil de mi parte. Así que salí en busca de la mujer de mal carácter.
Como su hermano lo había pedido, se lo lleve hasta los departamentos que la había dejado la noche anterior. Era demasiado temprano, pero seguramente estaba despierta.

Baje del auto con el bolso en mis manos y toque uno de los timbres, ni siquiera sabía dónde podía estar la idiota. Así que me propuse a tocar todos los botones hasta dar con la pelinegra, parecía un maldito imbécil haciendo eso, pero era la única manera de dar con ella.
Ya estaba perdiendo las esperanzas, quedaban tres botones por tocar, en ninguno vivía una pelinegra de mal comportamiento y terca. Toque por última vez y ya estaba aburriéndome, hasta que una chica habló. Sonaba exactamente igual a la de anoche, así que me metí en mi papel de arrogante y hable.

— ¿Será que tu eres la que perdió su bolso anoche? —pregunté con un tono burlón. Pude oír como un suspiró harto salía de la pared donde estaban los botones.

— Pasa —respondió con una voz vaga, al parecer recién se despertaba.

Entre al edificio y me dirigí al departamento 12, en el ante último piso. Para mi gran suerte, tenía elevador. Gracias a Dios. Baje de este y toque tres veces seguidas la puerta del departamento.

Una pelirroja abrió la puerta con una sonrisa encantadora, la mire con el ceño fruncido y pensé que me había confundido de departamento, pero antes de que pudiera preguntarle si estaba bien, ella me habló con un tono tierno y cálido.

— Si, ella vive aquí —señalo el bolso y soltó una risita— Pasa —asentí y entre sin más que decir, ella me hizo sentarme en el sofá y me dijo que sintiera como en casa, que amable. Todavía más que la pelinegra maleducada— Fue a cambiarse de ropa, ya viene ¿Quieres algún café o algo?

Me preguntó la pelirroja sin dejar de ser amable en ningún momento, asentí con una sonrisa dulce— Un café negro.

Ella se fue de mi vista dejándome solo en la sala. Pude ver alguno cuadros en la pared y la pelinegra solo aparecía en una bastante grande, estaba ella, la pelirroja y un castaño alto. ¿Tendrá novio? Esperemos que no sea así. Sino va a tocar ser él roba novias.

Me metí en mis pensamientos tanto que no me di cuenta que la pelinegra salió de la puerta de enfrente. Carraspeo la garganta y automáticamente mi mirada se posó en ella. Tenia una remera ajustada que resaltaba sus curvas color azul, un micro short que dejaba mucho a la imaginación de uno. su pelo estaba algo alborotado y atado en un moño, no tenía nada de maquillaje y eso dejaba a la vista que era naturalmente hermosa. Tenía sus manos recargadas en su cintura y me miraba fulminante, con los ojos entre cerrados.

Se acerca a donde estaba sentado, se agacho un poco para quedar a mi altura y apoyo sus manos en sus rodillas, su vista no se despegaba de mis ojos. Extendió su mano derecha— Mi bolso —exigió con un tono de voz irritantemente grave.

Le devolví una mirada seria y con el ceño fruncido, pase mi lengua por mis labios para humedecerlos— Tendrás que hacer algo por mi para que pueda devolverte este bolso lujoso, Lana Elizabeth Henderson —ella me miró con los ojos abiertos, su identificación estaba centro del bolso, claro que lo revise. También revise su fecha de nacimiento, es dos años más grande, en unos días cumple los veinte.

— ¡Que tonterías dices! —vocifero mientras se cruzaba de brazos y volvía a acomodarse— No voy a hacer nada por ti, maldito bastardo.

Chisté mientras movía mi cabeza en forma de negación, ella me miraba con atención.

¡𝘔𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰 𝘢𝘳𝘳𝘰𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦! ;Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora