Irritante.

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Tom

¡No...!

Olvide que Bill vendría.

— Vuelve a esa habitación. —murmuré dándome vuelta, Lana me miró con el ceño fruncido. Justo antes de que pudiera protestar, la tomé de la muñeca y me metí con ella a la habitación.

Bill no sabia nada de esto, y si se enteraba que prácticamente obligue a una mujer a hacer mis responsabilidades, iba a colgarme de las trenzas. Sus pasos y su voz se escuchaban cerca. 'Tom ¿Donde estas? '. Dios me libre de que Bill no vea a esta mujer, puedo terminar en serios problemas.

La voz de Lana hizo que salga de mis pensamientos, me sobresalté un poco— ¿Que te pasa idiota? —preguntó susurrando. En su expresión pude notar lo enojada que se veía. La mire con indiferencia. ¿Como iba a sacarla?

— Cuando yo te llame, vas a salir. —me miró con confusión. Al parecer estaba por maldecirme pero salí de la habitación dejándola con las palabras en la boca, cerré la puerta detrás mío sin hacer mucho ruido y corrí a mi habitación, Bill seguía llamando.

Me tiré sobre la cama, ya armada, y recordé los papeles sobre la mesita al lado de esta. Eran bastantes.

— ¡Tom! ¿Donde...—Bill entró a mi habitación y me vio acostado sobre mi cama leyendo los papelitos de mi mesita de luz— Oh, ahí estas. —se acerco a mi con una sonrisa y se acostó sobre la cama a mi lado.

— Pensé que vendrías más tarde —trate de disimular un poco mis nervios. Sabía que tarde o temprano iba a enterarse de Lana, pero prefería que sea tarde y no ahora.

Me miró con el ceño fruncido y una mueca de confusión— Ayer te dije que íbamos a almorzar junto a los chicos.

El almuerzo con los chicos. Mierda. Lo había olvidado, otra vez. Estar concentrado en que Lana iba a venir a casa, me distrajo de mis tareas de hoy, por suerte era viernes y lo único de hoy era el almuerzo y el ensayó.
Asentí ante el comentario de Bill e hice como que recordaba cada palabra que me había dicho.

— Sii...—hice una pausa y seguí pensando en como sacar a esa mujer. Era ahora o nunca—...¿me podrías esperar aquí dos segundos? —¡genial! Que buena idea, pero por conocer a Bill me va a seguir.

— ¿Para qué o qué? —preguntó.

— Solo quédate aquí, ya vengo.

Sin decirle nada más, corrí a la habitación de huéspedes para sacar a Lana. Tenía que apurarme porque Bill no duraba dos segundos esperando algo. Abrí la puerta de esta y me encontré con la pelinegra cruzada de brazos esperándome.

— ¿Me escondes de tu novia? —preguntó divertida, hice una mueca de negación y la tomé de la muñeca para sacarla del departamento lo más rápido.

Pasamos por el pasillo y la puerta estaba a sólo unos pasos, pero la voz de Bill se escucho cerca, otra vez. Entre en pánico. Le pedí a Lana que se quedara quieta ahí unos segundos y ella asintió rodando los ojos. Acerque mi cabeza para ver donde se encontraba Bill, para mi suerte estaba sentado mirando un programa de caricaturas en la televisión, la puerta estaba detrás de él, así que volví a Lana y la tomé de la mano. Abrí la puerta tratando de no hacer mucho ruido, agarre sin tocar mucho la cadera de Lana con una mano y la empujé.

— ¡Tom...! —susurró Lana sin comprender porque la sacaba de esa manera.

— Te llamo más tarde —murmure por lo bajo y cerré la puerta en su cara, solté un suspiró de alivio y voltee encontrándome con Bill mirándome de brazos cruzados en el sofá, con una ceja levantada.

¡𝘔𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰 𝘢𝘳𝘳𝘰𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦! ;Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora