Impulsivos. |+18|

10K 485 144
                                    

Lana.

Estaba sorprendida de mi misma por haber golpeado a Tom, dos veces y en la misma mejilla. Me sentía terrible.

En su rostro podía notar lo furioso que estaba, pero de verdad, no tenía porque hablar así de mi. No tenía que humillarme y hundirme de esa manera, no podía permitirlo.

Sus manos frías, tomaron mis caderas con rudeza y me pego a él sin hacer mucho esfuerzo, haciendo que un leve jadeo salga de mis labios. Tenía sus ojos pegados a mis labios, los miraba con un brillo extraño, parecía tener el deseo de besarlos, apretó levemente mis caderas provocando un gran cosquilleo en mi, por debajo de mi vientre. Humedeció sus labios con lentitud y pensó unos segundos.

Estaba preparada para protestar y quejarme de su agarre agresivo, pero fui interrumpida en el intento. Sus labios estaban presionando los míos, se movían con desesperación y deseó, me tomó dos segundos reaccionar ante lo que estaba sucediendo, parpadee con rapidez, podia alejarme pero no quería, mis labios empezaron a moverse con la misma desesperación que el pelinegro de trenzas. Sus manos subieron a mi cintura pasando por debajo de mi blusa, su tacto frío en mi piel me provoco escalofríos, mis manos fueron inconscientemente a su cuello, cruzándose por detrás de su nuca, para dar más comodidad. Mis ojos estaban cerrados, disfrutando cada movimiento de los labios de Tom, desde que lo conocí, me preguntaba que se sentiría un beso con aquel metal negro en su labio inferior, y por dios, hace todo más caliente.

Dio un leve mordisco a mi labio inferior con delicadeza, haciendo que abra mi boca para soltar un jadeo por su acción, aprovecho e introdujo su lengua para que choque y juegue con la mía, dándole más profundidad a el beso que tanto había esperado recibir desde hace quien sabe cuanto, pero lo quería. No tardo mucho en bajar sus manos a mi trasero que apretó leve, siguió bajando hasta mis muslos, tomándolos con fuerza para ayudarme a impulsar el brinco que di para quedar sobre él. Envolví mis piernas en su cintura mientras daba algunas caricias en su cuello y él se dejó caer sobre la cama detrás nuestro, me acomodó sobre su regazo, tomó mis caderas con rudeza y me apego más a él.

Sus toques eran como leves quemaduras sobre mi piel, estaba entrando a las malditas puertas del infierno.

Pero...¿Y que si quería quemarme en el puto infierno? Claro que lo haré.

Narrador omnisciente.

La falta de aire hizo que ambos se separen, dejando a Lana completamente sorprendida, se sentía extraña, pero estaba lista para el momento. Su respiración agitada chocaba con la de Tom, que trago con dificultad mientras sus ojos estaban clavados en los de la pelinegra.

Sin pensarlo dos veces, Lana atacó los labios de Tom, pero esta vez en un beso más salvaje y lleno de lujuria. Las manos del pelinegro corrieron rápidamente a sus caderas, para ayudarla con los movimientos que estaba haciendo encima de él, se movia de atrás para adelante provocando que los suspiros de él, pasarán a ser leves jadeos en su oreja. La exitaba más.

Tom pasó sus manos por debajo de la blusa de Lana, ella se despego de sus labios y levantó sus manos para que él pudiera sacar aquella prenda con facilidad. Observo un poco, admirando a la mujer que tenía sobre él, llevaba puesto un brazier de encaje negro y el negro era su color favorito. Sus labios empezaron a recorrer casa parte de su cuello, dejando un camino de besos y algunas mordidas sobre este, succiono dejando algunas marcas, que durarían semanas enteras. Lana estiro su cabeza para atrás, dándole más accesibilidad a Tom para devorar su cuello.

La pelinegra se separó poco a poco de Tom, levantando con desesperación su camiseta, el de trenzas soltó una risa nasal y la ayudo a quitar la prenda de ropa. Dejando a la vista su abdomen marcado.

¡𝘔𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰 𝘢𝘳𝘳𝘰𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦! ;Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora