El principio.

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Lana

Pelear con mi hermano mayor, me pone de mal humor. Se cree que es el centro de atención, que todos tienen que hacer lo que Alex dice. Quizá sea la diferencia de edad por la que nuestra mala relación de hermanos sea así, nos llevamos dos años, yo con diecinueve y él con veintiuno.
Siempre fueron peleas estúpidas, nunca llegamos al punto de gritarnos con palabras dichas enserió. Alex todavía vive con mis papás, pero se gana la vida trabajando como fotógrafo y camarografo profesional. En cambio yo solo estoy estudiando una carrera que a mis papás no les gusta en lo más mínimo. Diseño de moda. Es mi cosa favorita en el mundo, diseñar mi propia ropa.

Pero volviendo, todo está de la mierda con mi familia.

— ¡Deja de comportarte como si tuvieras trece años, Lana! —me gritó Alex mientras manejaba. Lo mire con indiferencia y me cruce de brazos corriendo mi mirada a la ventana. Suspiré.

Esta bien, acepto que escaparme de mi casa no estuvo para nada bien, pero tengo el derecho de salir sin tener que pedir el permiso de mis papás. Soy lo suficientemente grande para tomar mis propias decisiones.

— No te metas en donde no te llaman —murmure y rodé los ojos. En cierta parte, me molestaba que Alex estuviera metido en todos lados sin que lo llamarán.

Mi hermano frenó en seco el auto haciendo que choque mi cabeza con la parte de adenlante, su expresión cambio, estaba mas serio y enojado de lo normal, hace tiempo no lo hacia. El temor corrió por mis venas. Quizá suena exagerado, pero de verdad, nunca lo vi de esa manera. Su semblante estaba totalmente serio.

— Bájate del auto —sin dejar de mirar al frente, apretó la mandíbula y soltó un suspiró fuerte. No reaccione a lo primero que dijo, quede absolutamente sorprendida y estática a su orden, y repitió— ¿Que no escuchaste Lana? ¡Bájate del maldito auto! —gritó mientras le daba un golpe al volante. Lo mire tratando de procesar lo que estaba diciendo. Ese hombre tenía serios problemas de ira.

Fruncí el ceño, tome mi bolso y me baje del auto sin decir una sola palabra más. Mi cabeza daba vueltas, estaba llena de preguntas. ¿Por que actúa tan protector? ¿Lo ofendí diciendo algo? Pues claro, le dije que no se meta.

— ¿Que pasa contigo? —le pregunté dándome vuelta, la ventana del auto estaba abajo, él por fin volteo a mirarme, parecía decepcionado.

— Si no quieres que me meta, mejor vete sola hasta casa y explícale tu a mamá porque te escapaste —negó repetidas veces con una sonrisa irónica, arranco el auto y se fue sin decir nada más, dejándome con todas las palabras en ma boca, sola en la mitad del camino.

Maldito y estúpido Alex, tenía razón. Él siempre me cubre de los problemas en los que me meto. Pero justamente en este problema, no necesitaba su ayuda y su compasión de hermano mayor.

Me sentía encerrada en mi casa como una princesa de los cuentos. Había tenido una discusión con mis papás por mi carrera de diseñadora y decidí salir sin decirles dónde iba o a donde podían encontrarme. Mi hermano fue el único en dejarme veinte llamadas perdidas y algunos mensajes pidiéndome que le dijera donde estaba.

Caminar sola y sin ganas es lo peor que existe, pero no hay de otra. Mientras caminaba iba pateando las piedras que se me cruzaban por el camino, iba tan enojada que no media la fuerza con la que pateaba las piedras. Finalmente patee una de las piedras más grandes...que termino dando con la puerta de un auto rojo, bastante lujoso para ser sincera. Tape mi boca con mi mano derecha y abrí los ojos.

¡𝘔𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰 𝘢𝘳𝘳𝘰𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦! ;Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora