Definitivamente amor por una sola.

7.8K 407 183
                                    

Tom.

Estaba apoyado en el respaldo del sofá, con Lana casi dormida sobre mi. No iba a hacer que duerma en el sofá porque es incómodo, así que la cargué entre mis brazos y la lleve conmigo a mi habitación. Podría haberla dejado en la otra habitación, pero quería dormir con ella, sentir su cálido cuerpo rodear el mío.

La acomode a mi lado, para dormir abrazados, apenas roce su cuerpo, ella se acomodo sola, escondió una de sus piernas entre las mías y apoyo sus brazos sobre mi pecho. ¿Por qué se sentía tan bien estar con ella de esta manera? No tengo la menor idea, solamente se, que quiero tenerla a mi lado todo el tiempo ¿Será que ella también querrá lo mismo conmigo?

Después de unos minutos, pensando y pensando que carajos me pasa con esta sexy pelinegra, sentí como mis ojos empezaban a sentirse pesados, me estaba durmiendo con mis brazos envolviendo a Lana en un abrazo.

[...]

Me desperté por la luz entrando por la ventana y los ruidos que se escuchaban fuera de la habitación. Estiré un poco mi brazo, buscando a la pelinegra que anoche estaba durmiendo conmigo, pero la cama estaba vacía, por eso los ruidos fuera de la habitación. Me levanté de mala gana, me puse lo primero que vi, dejando mi torso descubierto y caminé al baño con pasos lentos.

De verme al espejo con algunas marcas en el cuello y torso, recordé la caliente noche que tuve ayer, mientras lavaba mis dientes, podía recordar a Lana jadeando mi nombre y rogando por más, justo como me gusta. Sonreí de oreja a oreja, pensar en ella me pone de esta manera, mi corazón late con fuerza, mi estómago siente un cosquilleo extraño, mi cerebro reproduce una y mil veces la imagen de ella completamente desnuda y de ella sonriendo con dulzura.

Salí de la habitación, buscando la presencia de la pelinegra. La sala estaba limpia y ordenada, se había levantado temprano para esto. Caminé con rapidez a la cocina, de verdad quería verla, y ahí estaba ella, su cabello negro, ligeramente recogido con una coleta alta y dos mechones de pelo fuera de esta, tenía la camiseta que yo llevaba la noche de ayer, cubriéndola por completo y las piernas totalmente descubiertas. Estaba preparándome el desayuno como todos los días, tarareando una melodía muy suave que endulzaba mis oídos, me apoye en el marco de la puerta, admirando lo linda que es Lana, su cuerpo, sus piernas, su cabellera negra, su perfil, su voz y estoy seguro de que sus sentimientos también lo son. ¿Estaré enamorado? Una mujer no me puede tener de esta manera, estoy casi rebasando la locura, porque de verdad estoy sintiendo algo más que solo querer sexo.

Lleve mis pasos a ella, y deje caer mis manos sobre su cintura. Se sentía...¿Bien? Fantástico, se sentía maravilloso, porque hace tiempo no tenía un acercamiento así hacia una mujer. La última vez que me sentí así, fue hace dos años atrás, mucho tiempo, pero ¿De verdad estaba enamorado en esos años? Problemente, pero lo que sentía por aquella chica en ese entonces, no es como lo que siento por Lana. Lo que siento por esta pelinegra es mucho más fuerte.

- Buen día -su voz dulce en la mañana me encanta- Espero que no te moleste que este usando tu camiseta y que te haya dejado solo, debía ordenar antes de que te levantes -explicó dejando lo que preparaba a un lado para darse vuelta, quedando cara a cara.

- No me molesta -mis manos rodeaban su cintura, ella estaba recargada sobre mí. Una sonrisa se presentó en sus labios, haciéndome sentir millones de cosas en el cuerpo, entre esos el cosquilleo en mi estómago y escalofríos en el cuerpo, pero de forma agradable. Incline mi cabeza, sin dudarlo un segundo, y pegue mis labios a los de Lana, moviendolos en un ritmo lento y dulce.

Me gusta, me gusta esto, me gusta ella, quiero esto para el resto de mi vida. ¡Iugh! Que mierda de cursi, pero verdad quiero estar con ella, no quiero que se vaya. La última vez que me había sentido tan cursi, cariñoso y "enamorado", fue cuando aquella rubia de hace dos años atrás apareció en mi vida. Todavía recuerdo esos malos momentos que viví con ella, como si fueran heridas que nunca sanaron, porque vivo con el miedo de sentirme así y que solo me usen por mi fama.

¡𝘔𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰 𝘢𝘳𝘳𝘰𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦! ;Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora