Sin autocontrol. |+18|

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Lana.

Me desperté por los rayos de sol entrando por la ventana de la habitación.

Me levanté de la cama de un saltó, estaba totalmente desnuda, Tom no estaba conmigo. ¡Genial! Lo que temí que pasaría, probablemente esté sentado en el sofá esperando a que salga para que le prepare su desayuno...o quizá no esté. Lleve mis manos a mi cabeza, dándome un golpe en la frente y maldiciendome a mi misma por no parar lo que paso ayer por la noche. 

Mi nivel de autocontrol, siempre fue de poner límites, pero con Tom fue diferente...me dejé llevar y demasiado.

Me metí a la ducha para darme un baño y rápidamente salir para ordenar el desastre de la maldita habitación. El agua caía por cada parte de mi cuerpo, estaba relajada, pero el sonido de la manija de la puerta, me tenso todo. –olvidé ponerle seguro a la puerta– Mi mirada se fue a la figura masculina entrando y cerrando la puerta detrás de él. Tom llevaba sólo un pantalón, que pronto dejó caer al suelo mientras jugaba con su piercing en el labio inferior, no entendía la razón de encontrarme tan tranquila bajo la ducha mientras veía como el pelinegro se desnudaba para entrar conmigo. Creí que no iba a hablarme...

Abrió el vidrio que nos separaba para entrar y lo cerró al instante, sus manos llegaron a mi cintura mientras metía su cabeza bajo la regadera.

— ¿Que te parece una tercera ronda, Lan? —preguntó con un tono seductor, su voz estaba ronca y gruesa, me ponía totalmente nerviosa con solo mirarme a los ojos. Sus manos empezaron a recorrer cada parte de mi cuerpo, sus labios se estamparon contra los míos con gran exasperación, abrí mi boca un poco y le di profundidad a aquellos labios que devoraban los míos.

— Tom...son las...diez —traté de hablar, pero se me hacía imposible con el pelinegro apretando mis caderas y besándome— Es temprano para...

Se separó de mi con una sonrisa amplia, mis manos estaban en su nuca— No hay horario para follar, mi querida Lana —su lengua paso por el pequeño metal en su labio inferior moviendolo de un lado a otro, su mirada coqueta y traviesa estaba haciendo que me rindiera ante él.

Mordí mi labio inferior con levedad y pensé unos segundos ¿Debía?

No tarde mucho en guiar sus manos un poco más abajo, di un brinco y envolví su cintura con mis piernas, me deje llevar, otra vez.

Me apoyo ligeramente sobre la pared y bajo sus labios a mi cuello, deje caer mi cabeza para atrás y así poder darle más acceso a él para que pudiera seguir con más comodidad, sus manos grandes apretaban cada parte de mis muslos y sus caricias me quemaban la piel, me provocaban escalofríos, nunca antes me había sentido así por un hombre.

Abrí mi boca y al instante salió un gemido muy audible que se escucho por todo el baño, sus movimientos dentro de mi, eran suaves. Sus labios subieron a los mío y formó un beso desesperado, nuestras lenguas no tardaron en juntarse, los jadeos que salían de mis labios, estaban ahogados entre los suyos

La intensidad de las embestidas, subió. Me separé de sus labios y deje caer mi cabeza para atrás, era tan el placer que me provocaba, que no podía maneterme quieta.

To-m...mhm —mi cabeza estaba escondida en su cuello, dejando besos en él. De vez en cuando, podía escuchar como gruñia y soltaba leves jadeos cerca de mi oído.

¿Quien diría que iba a amanecer e iba a terminar follando en la ducha con Tom? Tengo que admitir que en varias ocaciones, me lo imaginé, pero ahora era completamente real, tenía a Tom en la ducha conmigo, totalmente desnudo y jadeando en mis oídos, eran como música para ellos.

Lana...ah —podía sentir el roce de su piercing en mi oreja. Si ya me dolían las piernas en la mañana, no me imagino como iban a terminar después de eso. Las penetraciones eran cada vez más rápidas y más profundas.

¡𝘔𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰 𝘢𝘳𝘳𝘰𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦! ;Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora