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Chapter 5: Capitulo V

Capitulo v

Eterno y mudo como el recuerdo del amor que tu me diste, silencio, tan grande tan vacío y tan muerto.

Naraku echo a correr hacia fuera del palacio, mientras que Kagome se ponía a toda prisa la parte superior de su uniforme y Kohaku entraba en su habitación.

El resto de alter ego de Naraku también despertaron y salieron a toda prisa del palacio. En dirección al origen del ruido.

Kagome se asomó rápidamente a la ventana y se quedo de piedra, allí estaban Inuyasha, sus amigos, Kôga y los compañeros de este.

Parecían agotados y muy contentos de haber derribado la barrera espiritual. Vio como Naraku salía a recibirlos y entonces cayó en la cuenta de lo que había echo.

Se había estado besando con su enemigo, que sin duda alguna, iba a matar en ese mismo instante a sus amigos.

Intento ir para allá, cogiendo una arco con el que había estado haciendo pruebas de tiro durante esos días y unas cuantas flechas, cuando descubrió que sus piernas no le respondían. Su cuerpo, era totalmente reticente a enfrentarse con Naraku, a enfrentarse con el demonio que había estado acariciándola momentos antes.

De la nada, aparecieron los esbirros de Naraku, los demonios inferiores que siempre le seguían y Sango y Miroku se ocuparon de ellos, mientras Kôga y sus compañeros entablaban lucha con los alter ego e Inuyasha se veía las caras con Naraku.

Por una vez, Naraku no rehuyo la lucha cara a cara contra Inuyasha, como siempre hacia, cosa que sorprendió bastante a sus alter ego.

La pelea entre ellos se volvió encarnizada. Mientras que Inuyasha utilizaba la Tessaiga y ocasionalmente sus garras, Naraku contrarrestaba con veneno, se protegía con sus barreras espirituales y atacaba con sus algunas extremidades que surgían de su espalda, tentáculos, garras, ect...

Inuyasha estaba cada vez más herido, cuando Sango y Miroku acabaron con la morralla y fueron en su ayuda. La cosa se complico entonces para Naraku, que tenía que estar defendiéndose, y atacando al mismo tiempo.

Pronto quedo claro que así no llegarían a ninguna parte y Naraku, viendo que sus alter ego no durarían mucho más tiempo en manos de un furioso Kôga por la muerte de su amada, dio la orden de retirada, lo cual alegro a Inuyasha y compañía.

Pero, cuando los alter ego se hubieron marchado, Naraku se metió en el palacio y coloco rápidamente una potente barrera espiritual que al menos mantendría ocupados a Inuyasha y los suyos unos minutos.

"El tiempo justo que necesito para asegurarme que no encuentren a la miko con vida", se dijo y echo a correr hacía las habitaciones de Kagome.

Esta se sorprendió sobremanera cuando lo vio entrar y él se paralizo, ¿lo estaba mirando con alivio?

-Kohaku.

-¿Si, señor?

-Vete con el resto, ocultaos en el palacio de la Región del Sur Este y esperad mi regreso.

-A la orden.

El joven salto por la ventana y se perdió más allá de la barrera.

"Perfecto, esto me dará unos minutos más mientras esos intentan atrapar al chico". Y volteo a mirar a la chica.

Kagome lo miraba tranquila, pero como si lo... ¿Comprendiese?

-Ha llegado al hora de la despedida, tus amigos están aquí y...-Extrajo varios tentáculos de su espalda-...vas a morir. Por lo menos piensa que podrás ver a tu adorado Inuyasha antes de morir.

Ella no dijo nada, simplemente se quedo quieta con los ojos cerrados y leves temblores, a la espera del golpe. Los tentáculos se movieron veloces hacia el pecho de la miko cuando él los detuvo de golpe. Ella tenía entre sus manos un arco y varias flechas y no le disparaba.

Claro, recordaba haberla visto practicar durante esos días, al fin y al cabo, con un arco no lo podía matar, así que le había permitido entrenarse.

Pero sus flechas sin duda alguna, aunque no lo mataran, por lo menos desintegrarían los tentáculos. Despacio, retiro los tentáculos hasta que estos volvieron a desaparecer en su espalda.

Los gritos de Inuyasha significaban que le quedaba poco tiempo. Kagome abrió los ojos sorprendida y se asombro aun más al ver que los tentáculos habían desaparecido.

-¿No ibas a matarme?

Él la miro con sus ojos del color de la sangre. Y comenzó a acercarse a ella lentamente.

-Tienes un arco, ¿por que no disparas?

-Es posible que quiera morir.

-No lo creo.

La barrera cayó, podían oírlo, pero no hicieron ni caso, ambos seguían mirándose el uno al otro.

Ya estaban muy cerca...

-Kagome, ¿te gustan mis besos?

Los labios a punto de encontrarse...

-Si...

Aquel fue el beso más apasionado que se habían dado, inmerso en el silencio de aquellos que aun no comprenden sus sentimientos, ajenos a los gritos que recorrían la zona en busca de Kagome. Un beso en el que participaron los dos, batallando sus lenguas por el control, en una lucha de la que ninguno salió vencedor.

-¡KAGOME!

Inuyasha entro de golpe en la estancia, para ver como Kagome caía desmayada al suelo mientras el maldito Naraku se largaba convertido en un denso humo negro y con los fragmentos de Kagome en la mano.

El hanyou se acerco a toda prisa a la joven, para tomarle rápidamente el pulso y constatar que estaba viva.

Estaba bien, fuese lo que fuese lo que le había echo Naraku, no la había matado.

-¡Sango, Miroku, Shippo, lobo pulgoso!

Mientras escuchaba con sus finas orejas a los demás comenzar a correr en dirección a su voz, le susurro algo a la joven dormida:

-Ya estas a salvo, no volveré a dejar que te pase algo así, nunca.

Lo que él no sabía, es que estando a su lado, ella ya nunca más estaría a salvo de...la tristeza.

Silencio (Naraku x Kagome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora