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Capítulo 4: Capítulo IV

Capítulo IV

Eterno y mudo como el recuerdo del amor que tu me diste, silencio, tan grande tan vacio y tan muerto.

Kagome estaba tirada sobre su cama con la almohada abrazada dura, se sentía bien, mal, triste, feliz y sobre todo, tenía un gran remordimiento por lo que acababa de decir. Y seguía colorada.

¿Es que se estaba volviendo loca o que? Apenas unas horas había llegado a una conclusión: Naraku, muy a pesar de lo malo que era, también era terriblemente atractivo y no podía evitar pensar que estaba empezando a gustar el demonio.

Aunque, claro esto, había algo que entendía perfectamente: Se estaba volviendo una completa, sucia y renegada traidora.

-¡Kyyaaa!

Se abrazo con mas fuerza a la almohada. Naraku la había vuelto a besar, el segundo beso que le daba y también el segundo beso que recibió en su vida. Y siempre tan dulce.

Pero él era diferente a Inuyasha y no precisamente para bien. Tenía que quitárselo de la cabeza.

-Idiota, idiota...

Empezó a golpearse la cabeza con la almohada, ¿pero como había podido decirle a Naraku que le gustaban sus besos? ¡Era tontaaa! Si estaba claro que el solo jugaba con ella, se divertía haciéndola sufrir.

De repente, algo cogió la almohada y Kagome se temió lo peor. Levanto el rostro y se encontró con un Naraku entre confundido y divertido por lo que acababa de ver.

-¿Se pude saber que haces?

-Estoy teniendo una crisis de adolescente.

-¿What?

-Olvídalo. ¿Que haces en mi cuarto?

-Te recuerdo que este castillo y todas las habitaciones en el me pertenecen.

-...

-Lo que ha dicho antes, ¿es verdad?

Kagome se sonrojo, se puso la almohada a la altura de la nariz y contesto:

-No, lo dijo sin pensar.

El demonio sintió una especie de dolor dentro de él, pero no se paro a analizar a que era debido, la furia que sintió bloqueo cualquier pensamiento coherente.

-Sabes, tal vez debas probar a que saben las mentiras.

Y, por tercera vez, él la beso. Pero este beso si que no fue como los anteriores, no era dulce, era un beso violento, forzado.

Kagome se asustó. Naraku estaba furioso, ¿solo por que creía que le había mentido? Intento apartarlo pero no podía, hasta que apoyándose en el pedestal de la cama, pudo hacer la fuerza y ​​lo apartó de ella suficiente, separándose de esa boca que parecía iba a comérsela, aunque sabía que no por mucho tiempo.

Respiraba rápidamente, intentando coger aire. Naraku la miraba entre divertido y furioso.

-¿Qué pasa, no me dices que no te ha gustado?

-No vuelvas a hacerlo.

-Tú no me das órdenes.

Kagome estaba muy asustada, dentro de ella, algo le decía que era sincera, pero su mente contestaba a gritos que no lo hacía, que no traicionaba a sus amigos. Que no le dijera a Naraku lo que realmente le hacía sentir, aunque sufriera por ello y no solo físicamente.

El demonio se arrodillo sobre la cama y comenzó a gatear ella hacía, que estaba atrapada en una esquina de la misma, sabía que no valía la pena intentar escapar, estaba en un callejón sin salida.

Cerró los ojos y empezó a temblar.

Naraku ya se encontró a la altura de la chica, sintió como esta temblaba de miedo. Sin duda lo creo un monstruo. Su furia se aplaco un poco.

-Kagome...

Ella abrió los ojos, la voz de él sonaba más tranquila y se encontró con Naraku a muy pocos centímetros de ella.

El demonio la miraba mucho más tranquilo que antes y la furia había desaparecido de sus ojos. Se aproximo más a ella, que no se movió y volvió a besarla, como antes, con ternura, dulcemente.

Kagome solo pudo cerrar los ojos, como antes. Mientras rozaba sus labios, Naraku la fue tumbando en una cama, hasta quedar él sobre ella. Cuando se separó, se dio cuenta de que Kagome ya no temblaba, pero seguía teniendo miedo.

No lograba entender por que no podía dejar que ella lo odiase simplemente, pero tampoco hacía nada para demostrarle que no era un monstruo y todo lo vivido sin duda hablaba a favor de eso.

-No tengas miedo, no voy a hacerte daño.

Kagome no entendió nada de nada. ¿Acaso Naraku no pretendía hacerle daño de verdad? ¿Entonces que quería?

Los labios de él volvieron a unirse a los suyos, definitivamente, aquella sensación le gustó. Naraku los aparte un poco y susurro:

-Abre la boca, te voy a enseñar algo.

La chica se puso como un tomate, ¿Naraku se había dado cuenta de que le gustaba? ¿Le había dicho que abriera la boca?

Lo miro de nuevo, los ojos carmesíes de él brillaban y no dejaba de mirarla fijamente. Ella abrió la boca y entonces lo sintió.

La lengua de Naraku se deslizo dentro de su boca, llenándola por completo, chupando y acariciando todo lo que encontré a su paso.

-Mmmm... Ummmgh...

Aquello fue como un torbellino de sensaciones que le provocaron serios escalofríos. Abrió los ojos y se percato de que Naraku los tenía cerrados.

Poco despues se separo de ella. Comenzó a besar su cuello y fue descendiendo por su pecho, hasta quitarle la camiseta y lamer la parte superior de su cuerpo.

Kagome temblaba cada vez que el volvía a su boca y comenzaba a besarla de nuevo. Le daba calor, se sentía muy caliente, pero en otro sentido, los besos de él la encendían y cuando tocaba su cuerpo, este temblaba.

Naraku se dio cuenta de sus temblores y de nuevo pensó que sintió asco, así que se alejo de ella y se sentó al borde de la cama.

-No volverá a suceder. Me voy.

Kagome, antes de que se levante, se apoye en la espalda de él. No dijo nada, tan solo le tomo del mentón y lo beso.

Fue un beso indeciso, propio de alguien que no sabe muy bien que hacer, pero al fin y al cabo, era un beso. Y él lo correspondió, con toda la fuerza de los sentimientos que había sentido al percatar que ella lo besaba. Se separaron despacio, a cual más sorprendido.

-¿Por qué...?

¡BOOM BOOM!

La barra espiritual que rodeaba el palacio había caído.

Silencio (Naraku x Kagome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora