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Chapter 12: Capítulo XII


Capitulo XII

Y esta herida que sangra en mi interior y esta espina clavada sin razón y el inmenso dolor de este silencio.

-¿Embarazada?

-Si.

Naraku analizo la situación rápidamente. Desde luego, eso se ajustaba a todos los síntomas que los insectos le habían mostrado y explicaba lo de su enfermedad.

Pero ahora Kagome no debía volver con Inuyasha, no debía hacerlo. El hanyou lo odiaba demasiado y no sabía como reaccionaria si supiese que Kagome esperaba un hijo de él. Seguro que no iba a comportarse como un amigo compresible.

Y si no debía volver con el hanyou... Entonces se la llevaría con él. Su interior vibro con ese pensamiento. Deseaba que fuese así. Deseaba tener a Kagome siempre a su lado, que compartiese sus noches con él y la pudiese tomar cuando quisiese.

-¿Has pensado que hacer?

Kagome estaba muy nerviosa, pero la reacción de Naraku no había sido mala y por un momento, solo por un instante mientras él estaba pensativo le pareció ver una chispa de alegría en su mirada.

-Quiero tenerlo. Pensé en ir a mi casa y criarlo allí, lejos de Inuyasha y de todo.

-No.

-Si mi hijo nace aquí lo más posible es que lo maten. Lo que no te falta son enemigos, Naraku.

El hanyou la miro con algo de furia y ¿desesperación? ¿Podría ser que Naraku deseaba ese bebe?

Parecía claro que si, sobre todo cuando la tomo por la cintura y la estrecho contra él, en un abrazo desesperado que pretendía retenerla a su lado.

-Yo te protegeré a ti y a mi hijo, pero no te vas a ir a ninguna parte.

-Naraku...

-Kagome...Yo te am...

-Suéltala ahora mismo o te juro que te despedazo.

El corazón de Kagome dejo de latir por un segundo al reconocer la voz de Inuyasha. Los brazos de Naraku, en lugar de liberarla la aprisionaron con más fuerza.

-Ella es mía, Inuyasha.

-Maldito desgraciado...

La ira del semi-demonio no era parecida a ninguna anterior que Kagome recordase. Apretaba los puños a los costados y se podía adivinar que se estaba haciendo heridas de lo fuerte que presionaban las uñas su piel. Además se mordía el labio con frustración.

-No se que le has echo a Kagome, pero pagaras por ello.

-Inuyasha...

La mirada de temor que le lanzo Kagome fue muy malinterpretada por el hanyou, que empezó a pensar en violaciones, torturas y engaños. Al fin y al cabo, Naraku era un ser repugnante capaz de todo.

Mientras que la chica temí por Naraku, Inuyasha y su bebe. No deseaba que ellos luchasen, no podría soportar la muerte de ninguno de ellos.

-Inuyasha...Escúchame por favor...

La ira es ciega.

Y la furia no perdona. Todo el rencor del hanyou le golpeo de pronto, todas las cosas que Naraku le había arrebatado y las veces que había destrozado su vida. La muerte de Kikyô, los intentos de acabar con su resurrección, el daño que le había echo a Kagome, la tristeza de Sango, el miedo a la muerte de Miroku...

Y perdió el mundo de vista, todo dejo de importarle. A pesar de llevar la Tessaiga con él, sus ojos se volvieron rojos y aparecieron marcas en sus mejillas, indicando que su sangre youkai tomaba el control de el cuerpo del hanyou.

Se balanazo sobre Naraku, aparatando de un zarpazo a Kagome, que voló por los aires fuera de la vista de ambos.

Naraku se enfureció como nunca antes lo había echo y comenzó a atacar al hanyou descontrolado mientras esquivaba ágilmente sus brutos y fallidos ataques.

Temió por su bebe mientras caía hacía el suelo, pero no llego a tocarlo por que unas fuertes garras la tomaron en brazos antes de que lo tocara.

Unos ojos helados e inexpresivos la miraron con un brillo extraño y lejos de tranquilizarse, pensó que había ido a parar del fuego a la sartén.

-Sesshômaru...

-Así que guardas al hijo de Naraku... Interesante...

La chica tembló. Si el youkai pretendía acabar con la vida del bebe, no tenía sentido que frenase la caída. A menos que quisiese darse el gusto personal de matarlo el mismo, pensó mientras las convulsiones de su cuerpo empeoraban.

Pero si esas eran sus intenciones, no le hizo participe de ellas. Silenciosamente, sin dar siguiera una pequeña explicación, el demonio comenzó a elevarse con la joven miko entre sus garras.

Cuando llegaron a cierto punto de altura, Kagome observo que en el claro Naraku tenía bien controlado a Inuyasha, que ya había recuperado la cordura y parecía bastante herido, aunque nada serio.

Ambos contrincantes dejaron de pelear al ver a Sesshômaru con la chica.

-Maldito Sesshômaru. ¡Deja a Kagome ahora mismo!

Naraku no dijo nada, pero su rostro se contorsiono en una expresión de odio feroz que tan solo consiguió que el frío Taiyoukai esbozara una pequeña sonrisa cruel.

-Matare al niño que leva dentro, Naraku.

-No te atreverás o...

-Tú no eres nadie para impedírmelo, escoria.

Mientras el sonido de esas palabras llegaba al oído de los dos hanyous, el demonio se alejo volando a gran velocidad con la miko.

No pudieron seguir su rastro, de la velocidad que había tomado. Desde luego, Sesshômaru era un adversario temible.

-Maldita sea...

Inuyasha voltio enfurecido dispuesto a matar a Naraku para acabar un poco con su frustración cuando lo vio tirado en el suelo con lo puños apretados furiosos.

Algo ene l rostro de su enemigo le hizo cambiar de idea.

-Naraku...

-¡¿Que?!

-¿Tu sabes a donde va Sesshômaru?

-Si.

-Bien. Vamos.

El otro lo miro incrédulo, pero enseguida comprendió.

Inuyasha le proponía una corta alianza durante el tiempo que tardasen en localizar a Sesshômaru y rescatar a Kagome. Debía estar desesperado para hacerlo, pero no había más opción.

Con la furia aún latente en su interior se levanto del suelo dispuesto a encontrar a Kagome.

-Si.

CONTINUARA…

Silencio (Naraku x Kagome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora