9

200 18 1
                                    

Capítulo 9: Capítulo IX

Capítulo IX

Y esta herida que sangra en mi interior y esta espina clavada sin razón y el inmenso dolor de este silencio.

Había pasado casi un mes desde la batalla. Junto a sus amigos, había vuelto a recorrer los caminos en busca de pistas sobre Naraku, sin hallar ninguno.

Aquello resultóba extraño para todos, que el demonio no diese signos de vida y los dejase tranquilos era realmente preocupante. Inuyasha opinó que seguramente era una de las encerronas del repugnante ser.

Todos le dieron la razón, menos Kagome, que según Sango se pasaba media vida en la Luna. Parecía como abstraída y muy pensativa la mayor parte del tiempo.

Lo más extraño era que ni si quisiera se molestaba cuando Inuyasha partía para encontrarse con Kikyô.

El hanyou no le dio más importancia, pensando que seguía dolida con él por besarla y después reunirse con Kikyô. En cambio, Sango, Miroku y Shippô intuyeron que era algo más profundo y la mata demonios llegó a la conclusión de que su amiga se había enamorado de otra persona.

Aunque no se atrevía a preguntarle a Kagome, pues cuando hacía una referencia a temas sentimentales, amorosos o algo parecido, la expresión de la morena cambiaba y ponía un semblante triste que tardaba mucho tiempo en irse.

Y los días las noches, las horas y los minutos se sucedieron, de una forma que a Kagome le pareció lenta y muy molesta.

Por fin, llego el día señalado por Naraku para volver a un verso. Amaneció nublado y cerca del mediodía llovía a raudales.

La miko y sus compañeros miraban la lluvia caer incesante desde la cabaña de Kaede, pues había vuelto a la aldea a instancias de la chica, que decían necesitar regresar a su mundo unos días e Inuyasha no se opuso tanto como de costumbre, pues tenía la firme creencia de que Naraku estaba tramando algo y sería más fácil protegerse en el pueblo de Kaede en el caso de que atacase durante su estado humano.

Cuando comenzaba a anochecer, Kagome se despidió de sus amigos y se marcho al pozo devora huesos, acompañada de Inuyasha, que no dijo nada en todo el trayecto.

Una vez la chica se lanzó al pozo y desapareció, el hanyou se volvió mucho más tranquilo al pueblo, Kagome ya no corría peligro.

Al otro lado del pozo, Kagome corría como una loca hacía su casa. Abrió la puerta sin decir nada a nadie, ni saludar a su familia y se fue derechita a su habitación.

Allí, abrió el armario y comenzó a probarse vestidos, conjuntos y ropa, para ver cuál le quedaba mejor. No lograba decidirse por ninguno, cuando escucho una voz a sus espaldas.

-¿Tienes una cita, hija?

Ella volteo sorprendida para encontrarse con su madre mirándola sonriente desde la puerta.

-Ehh... Yo... Sí, mamá.

-¿Es con...tu amigo Hoyô?

-¿Emm? ¡Ah! No, mamá, es con alguien de la otra época.

-¿Con Inuyasha?

Kagome la miro aun mas sorprendida por momentos, hacia tiempo que sospechaba que su madre intuía que quería a Inuyasha, pero aquello era como una certeza y se sintió mal, su madre debería haberlo sabido, al fin y al cabo, las madres están para apoyar y aconsejar a sus hijas en esos momentos.

Bueno, tal vez debí confesarle a su madre sus nuevos sentimientos, porque, en resumidas cuentas, Naraku era mil veces más difícil de entender que Inuyasha.

Silencio (Naraku x Kagome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora