Límite de la hipocresía [4]

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A la mañana siguiente, casi que me había quedado sin provisiones. Jung Huiwon se quedó mirando las bolsas como si no pudiera creerlo.

—Oh, Dios mío, ¿has vendido todo?

—Sí.

—Já, que divertido. Todo el mundo te estaba mirando mal y ahora...

—No, no me ha comprado solo el grupo marginado.

* * *

—Kim Dokja, estás tomando la peor decisión posible —Entre ellos estaba Cheon Inho—. Te arrepentirás.

Más de la mitad de la comida que tenía se la llevó el grupo principal. Por supuesto, pagaron el precio exacto.

* * *

—Espera un minuto. Entonces, ¿el grupo principal volverá a monopolizar la comida? —Jung Huiwon estaba furiosa después de escuchar la historia.

—Algo así.

—¿Cómo? ¿No ibas a debilitar el poder del grupo principal al promover transacciones entre la gente?

Era una percepción inesperada.

—Correcto. Esa era la intención. Quería que la gente comenzara a actuar por sí misma —respondí con un poco de admiración.

—Entonces, ¿por qué vendiste comida al grupo principal? ¡La situación no cambiará así!

—Algo ha cambiado. He obtenido monedas.

Había ganado 1.450 monedas. Era bastante para haber pasado solo una noche.

—¿En qué estás pensando? Sanga, ¿realmente podemos confiar en él?

Sanga se estremeció cuando la atención de repente se volvió hacia ella, pero luego sonrió ampliamente.

—Yo confío en él.

Que dijera eso se sentía como una carga para mí.

—Dokja, ¿has dejado suficiente comida para ti?

—No, vendí toda.

La boca de Jung Huiwon se abrió como si estuviera estupefacta. En ese momento, alguien tocó mi mejilla. Giré la cabeza y encontré una galleta frente a mi rostro.

—¿Eh? ¿Me la das a mí?

Lee Gilyoung asintió de forma tierna. Sonreí, tomé la galleta y la puse en su boca.

—Estoy bien. Puedes comerla tú. Ah, debería decirles algo a todos, ¿todavía tienen la comida que les di ayer?

—Si, la tengo.

—Me queda un poco.

—¿Por qué? ¿La quieres? Te la venderé — Huiwon agitó una galleta frente a mí de forma juguetona.

—No, deberías comerla ahora.

—¿Eh?

—Come todo lo que tengas antes del final del día. O te arrepentirás —subrayé.

—¿Por qué…? No, espera un minuto. Sanga, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué lo escuchas?

—Si lo dice Dokja es por algo.

Sanga sonrió dulcemente y abrió una bolsa de galletas. Lee Hyunsung estaba confundido pero se comió su parte. Mientras tanto, Lee Gilyoung ya se había terminado lo suyo para cuando termine de hablar. Era un buen oyente.

—Ah, bueno... Me guardaré solo un poco.

—No te detendré — Me encogí de hombros ante las palabras de Huiwon. Era su elección arrepentirse luego.

Perspectiva Del Lector OmniscienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora