Tres Promesas [5]

105 17 8
                                    

Miré a mi alrededor y al fin entendí en qué lugar estaba. Entonces me desesperé.

Maldición, no cabía ninguna duda. Este lugar era...

—No tienes que estar tan nervioso. No morderé si te acercas —me dijo Kim Namwoon y suspiré.

Estaba seguro. Era el Tártaro, la famosa prisión del inframundo. Miré al monstruo de tres cabezas que custodiaba la entrada de la prisión. Era un Cerbero, un perro monstruo mítico. Dos de sus cabezas estaban dormidas mientras una cabeza actuaba como vigía.

—Ese hijo de puta. Seguro es un monstruo de grado cuatro. Hay incluso otros más fuertes abajo —hablaba como si fuera un guía al Infierno.

Él estaba en lo correcto. Así se describía en 'Formas de Sobrevivir'. Los prisioneros más fuertes quedaban atrapados en los pisos inferiores del Tártaro, lo que significaba que el tamaño del Cerbero se hacía más grande con cada piso que descendías.

—¿Qué piensas del Infierno? —preguntó Kim Namwoon riendo entre dientes.

Observé su actitud y abrí la boca. Era natural estar nervioso cuando este psicópata parecía haber cambiado.

—Tengo algo que preguntar.

—¿Qué cosa?

—¿Conoces a alguien de aquí?

—Tú.

—No estoy hablando de mí.

Observé de cerca los rostros de los fantasmas que pasaban. No había caras que reconociera. Por ejemplo, el Desastre de las Preguntas o personas como Song Minwoo.

—No lo sé. Yo fui el único del metro que vino aquí.

El Inframundo de Hades era sólo uno de los innumerables mundos. Las encarnaciones muertas probablemente habían ido a diferentes Inframundos según sus creencias o características aleatorias. Eso debe haber ocurrido con Myung Ilsang y Song Minwoo.

Mantuve un ojo en la expresión de Kim Namwoon mientras preguntaba:

—¿Ha venido aquí una joven recientemente?

—¿Una mujer joven?

—Tiene el pelo blanco recogido en una um... cola de caballo. Es muy guapa.

Kim Namwoon frunció el ceño por un momento antes de reírse repentinamente.

—Ajá, ahora lo entiendo.

Escuché en caso de que hubiera visto a Shin Yoosung.

—¿Moriste tratando de salvar a una mujer? Este es el problema con la gente como tú. Morir de amor... ¿No sería mejor seguir viviendo?

—¿La viste? Sólo responde eso.

—Por supuesto que no la he visto. ¿Cómo pude haber visto a tu querida novia?

Como era de esperar, el alma de Shin Yoosung no había venido aquí. Quizás todavía no había cruzado el río Aqueronte. Ella era un alma que venía de otro mundo. Se quedaría aquí por un tiempo antes de ser deportada fuera del mundo. Todo lo que tenía que hacer era llegar a su alma antes de eso.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté.

—Estaba haciendo algo. Ahora podemos hacerlo los dos — Kim Namwoon se sacudió las cenizas de la mano y señaló algo—. Es esa cosa. ¿No parece un Gundam?

Lo miré fijamente. Se parecía a la figura de un gigante. La enorme arma estaba rematada con un metal negro y brillante y respiraba lentamente como un ser vivo. Era un arma preparada para la guerra más terrible de los mitos.

Perspectiva Del Lector OmniscienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora