Capítulo 5: La Sacerdotisa que tenía el don de la vista

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Habían caminado por horas. Sin contar que usualmente las escalinatas que llevaban a los templos eran de un largo interminable, y el calor que estaba haciendo ese día las estaba haciendo sudar más de lo que consideraban decente. Habían pasado ya por tres templos distintos, y solo habían encontrado respuestas negativas.

Para no decir que prácticamente se habían reído en la cara de Nanoha. Creyendo en fantasmas, a su edad.

Lo peor de todo era la cara de tristeza que se reflejaba en la cara de Fate cada vez que escuchaba como se reían de la cobriza por su culpa. Nanoha, que solo estaba intentando ayudarla, estaba recibiendo solo desprecios por esa razón. Luego del tercer templo, le había pedido que pararan.

Fate sabía que era un caso perdido. Desde hace algún tiempo se había dado cuenta de que, la resignación, terminaba siendo un camino menos doloroso.

Sin embargo, y con el apoyo de Hayate, Nanoha insistió en ir a un último templo más. Esta vez no necesariamente iba a solicitar ayuda a alguno de los sacerdotes del lugar. Solo quería visitar el lugar con la intención de pedirle directamente a las deidades que pudieran ayudarla con su tarea.

Para terminar su jornada, la cobriza había decidido que irían a un templo no tan popular, que era el que irónicamente estaba ubicado más cerca del departamento. Tenía la esperanza de que allí al menos pudieran decir sus plegarias sin tanto alboroto de por medio y, sobre todo, sin sacerdotisas que intentaran venderles amuletos cada dos por tres para que pudiese exorcizar su mala suerte a un precio grotesco, que finalmente no la ayudarían de manera real a solucionar su problemática actual.

Cuando llegaron a la cima de la colina en donde se emplazaba el templo, con las piernas temblando del esfuerzo, ya estaba empezando a atardecer. En el lugar una suave brisa se colaba entre los árboles, haciendo que sus copas se movieran produciendo un leve ronroneo que parecía casi una canción, mientras que el cielo empezaba a teñirse ligeramente de naranja a medida que el sol se ocultaba.

Aprovechando que Nanoha y Hayate se adentraban en el templo luego de ubicar algunas monedas en sus bolsillos para dejarlas como ofrenda, Fate se sentó en uno de los banco ubicados cerca de una pequeña fuente, y las observó desde lejos.

En todo su tiempo como espíritu errante, nadie había hecho lo que esas dos mujeres habían hecho por ella. A pesar de tantas respuestas negativas, las mujeres seguían empeñadas en mantener viva una pequeña chispa de esperanza que Fate había perdido hace mucho tiempo. Después de tantos años solitarios, se sentía bien tener "amistades", aunque eso era un tanto absurdo, considerando que ella estaba en otro plano imposible de alcanzar para los seres vivientes.

Quizá ella también debía aprovechar de elevar una plegaria.

Si tan solo tuviese una moneda.

— Es una tarde bastante pacífica ¿Verdad?

— Sí, sin duda al... What the Fuck?

Repentinamente, Fate giró la cabeza para encontrarse con la mirada de una sacerdotisa, que la miraba con una sonrisa. La mujer no parecía ser mucho mayor que Nanoha o Hayate, pero la rodeaba un aura de serenidad que la hacía parecer mucho más sabia que una joven promedio. Estaba enfundada en un pantalón hakama rojo, junto a un haori blanco que completaban la vestimenta tradicional de las sacerdotisas que operaban en los templos. Sus largos cabellos grises, casi blancos, caían como una cascada hasta su cintura, mientras que sus ojos, curiosamente de un color borgoña muy similar a los suyos, estaban fijos en ella.

Estaban fijos en ella.

¡Esa mujer la estaba viendo!

— Tú — murmuró dubitativa Fate — ¿Puedes verme también?

Espectral (¡Mi fantasmal historia de amor!) NanoFateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora