Capítulo 18: Antes de que te vayas

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Era común para Nanoha desear que el tiempo pasara más rápido. Cuando el movimiento del pub era más lento, y el minutero del reloj parecía avanzar con pereza, fantaseaba con poder manipular el tiempo para hacer que su turno terminara mucho más rápido y así poder irse a dormir. Cuando estaba agobiada por la cantidad de actividades que necesitaba preparar para sus clases, no podía evitar sentirse ansiosa por el día de su graduación, queriendo que el tiempo avanzara lo más rápido posible para poder salir al fin de esa tortura estudiantil y así poder conseguir un buen trabajo que le permitiera de una vez por todas establecer una vida cómoda en la ciudad.

Pero no recordaba cuándo había sido la última vez que había deseado que el tiempo detuviera su avance, y los días se prolongaran lo más posible.

Ahora, que deseaba con todas sus fuerzas que el tiempo avanzara más lento, parecía que las horas avanzaban tan rápido que se desvanecían frente a sus ojos.

Con cada minuto que pasaba, con cada segundo que se extinguía, la partida de Fate se hacía más presente.

El suceso inevitable. Algo imposible de posponer. El desenlace que siempre había sabido que existiría, pero que ambas habían decidido ignorar al darse la oportunidad de estar juntas.

Lo habían hablado antes. Disfrutarían de ese tiempo juntas, fuese corto o fuese largo, y cuando llegase el momento se separarían, sin arrepentimientos, ni rencores. Era un destino que no podían cambiar.

Nanoha no se arrepentía de haber tomado esa decisión, pero sería una completa mentirosa si se hacía creer a sí misma que no había tenido la esperanza de que, su tiempo juntas, fuese aún más largo que lo que finalmente habían tenido a su disposición.

Luego de la sesión espírita que tuvieron Fate y su hermana, habían conversado nuevamente con Rein el tema de la transición de la rubia. Al percatarse del nuevo aspecto de la fantasma, la sacerdotisa también había notado que ya no parecía haber algún asunto pendiente que estuviese atando a la rubia a ese plano. Esta vez seguramente no tendría problemas para abrir el umbral que permitiría que Fate finalmente cruzara hacia el plano al que debería de haberse ido justo al morir. Incluso, hubiese podido abrir ese umbral esa misma tarde.

Pero, luego de una conversación privada con su hermano, la mujer de cabellos plateados había pautado el ritual para dos semanas a partir de esa fecha, aludiendo a la necesidad de prepararse previamente.

Y ahora, qué apenas faltaban un par de días para la fecha pautada, no podía evitar sentirse ligeramente apesadumbrada por la cercanía de la partida de Fate.

El espectro parecía haber aceptado la inevitabilidad de su situación sin chistar. Incluso, se podría decir que estaba feliz. Pero Nanoha no era tonta. La joven fantasma podía pensar que los estaba engañando a todos pero, para ella, que había llegado a conocerla tanto, era muy fácil darse cuenta de la actitud anhelante de Fate cuando estaban a solas, como si la rubia necesitara tenerla entre sus brazos el mayor tiempo posible. Sus besos ahora estaban cargados de un anhelo, una necesidad y una intensidad que encendía sus adentros con una llama implacable, casi como si la rubia necesitase fundirse con ella de una manera tan profunda que no pudiesen separarse.

Aunque sonriera después, Nanoha podía ver de nuevo la melancolía en esos ojos borgoña que tanto disfrutaba mirar. A Fate, también le estaba doliendo su partida.

Eran tantas las cosas que le hubiese gustado hacer con la rubia antes de que tuviera que irse.

Si Fate estuviese viva ¿Todo sería diferente?

En esa calurosa tarde de verano, cuando llevaban casi un año de su primer encuentro, una idea descabellada se formó en la cabeza de Nanoha.

— Fate — susurró, acercándose.

Espectral (¡Mi fantasmal historia de amor!) NanoFateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora