Capítulo 19: Te dejé ir

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Era un día precioso. El sol seguía en alto pero, en vez del calor inclemente, se sentía una ligera brisa continua que ayudaba a refrescar un poco la temperatura. Las aves volaban raudas entre los árboles, pasando de copa en copa, trinando alegremente como si estuvieran saludando a todos los que pasaban. Hubiese sido el día perfecto para hacer un picnic, o incluso para visitar la playa.

Solo que esa vez, sería el día perfecto para una despedida.

El día había llegado. Hayate se había adelantado a subir las escalinatas del templo para darles un poco de privacidad, mientras Nanoha y Fate solo se miraban largamente, aún al inicio de las largas escaleras.

— ¿Estás preparada? — preguntó Nanoha, esbozando una ligera sonrisa.

— Eso creo — contestó Fate, intentando corresponderle.

Ante la respuesta de la rubia, solo dejó escapar un largo suspiro e inició el terrible ascenso que las separaba de la entrada del templo. Ya había dado algunos pasos cuando se giró para ver, con sorpresa, que la joven fantasma estaba caminando a su lado, en vez de flotar por sobre los escalones como normalmente lo hacía.

— ¿Por qué no flotas? — no pudo evitar preguntarle.

— Creo que, por hoy, me gustaría caminar a tu lado — fue la respuesta que llegó a sus oídos.

La voz de Fate estaba cargada de emoción, y Nanoha tuvo que cerrar los ojos momentáneamente para evitar derramar algunas lágrimas. Había aceptado que había llegado el momento de la despedida pero, para ella, despedirse era condenadamente difícil. Luego del maravilloso día que habían pasado juntas, en donde se entregó a ese espectro de maneras más íntimas que las que era pudoroso imaginar, creía que había hecho las paces con la idea de la partida de Fate, pero la joven fantasma se había clavado tan profundo en su corazón que sabía que, aunque no se arrepentía de nada de lo que había sucedido entre ellas, la chica iba a dejar una marca en su ser que sería difícil de superar.

A su lado, Fate avanzaba a su mismo ritmo, evitando mirarla directamente pero rozando con cuidado su mano cada vez que tenía la oportunidad. Ella también entendía que era momento de irse. Lo sentía. No necesitaba que nadie se lo explicara esta vez. Pero nunca pensó que eso que había anhelado durante sus años de soledad le causaría tanto dolor.

Porque dolía, aunque tratara de serenarse, en ese momento el saber que ya era momento de partir le dolía. Era algo trágico para ella, sentir que había encontrado el verdadero amor después de morir, solo para tener que irse tan pronto.

Cuando llegaron a la entrada del templo Rein y Zafira ya las esperaban, acompañados de una Hayate que parecía estar apenas recuperando el aliento luego de esa tortuosa subida. Nuevamente, el sacerdote había dispuesto uno de los amplios patios laterales para el uso de su hermana, asegurándose mientras ingresaban a esa sección restringida del templo de darle indicaciones a algunos ayudantes para prevenir que algún curioso visitante del templo, a esas horas, lograra acceder a esa sección a fisgonear.

Rein ingresó en el amplio rectángulo de piedra, haciéndole una seña a Fate para que la acompañara. Se había posicionado justo al lado del banco que habían dispuesto también cuando intentaron abrir el primer umbral, con el receptáculo custodiando el Gohei que tenía que empuñar la sacerdotisa. Al lado del receptáculo, también esta vez había dos pequeños cuencos de arcilla, uno que parecía contener un fino polvo blanco, y otro que estaba lleno con un líquido cristalino.

Fate, acercándose a la sacerdotisa, le extendió la mano.

— Muchas gracias Rein, por haberme ayudado.

La joven sacerdotisa miró al espectro con cariño. Después de tantas cosas que habían tenido que superar para poder ayudarle a encontrar su camino, le había tomado bastante afecto a la gentil rubia que le extendía la mano con respeto. No dudo ni un segundo en tomarla, estrechándola firmemente.

Espectral (¡Mi fantasmal historia de amor!) NanoFateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora