Capítulo 7: El Umbral

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Fate le había dicho que se sentía bien.

En la mañana de ese sábado, luego de hacer un poco limpieza matutina en el departamento y escribirle a Hayate para recordarle que habían quedado ese día en encontrarse nuevamente en el templo cerca del final de la tarde, había desempolvado su vieja laptop para dedicarse a la tediosa tarea de terminar un importante informe para una de sus clases.

Mientras avanzaba en la redacción del informe, no pudo evitar que su mirada, a ratos, se posara en la esbelta figura sentada en el habitual banquito de la esquina, quién miraba hacia el horizonte. Nanoha incluso hubiese creído que en verdad la rubia se encontraba fenomenal, si no hubiese sido tan obvio el jugueteo continuo de sus manos, o el suave y repetitivo golpeteo del pie de la rubia contra el suelo.

Cuando, intentando sonar casual, le había preguntado a la rubia cómo se sentía, Fate le había dicho que estaba bien. Pero su lenguaje corporal daba a entender que la joven estaba bastante tensa.

En una de esas ocasiones, su mirada furtiva fue descubierta por la mirada de Fate. Y la rubia solo le dedicó una sonrisa, antes de girarse nuevamente y continuar mirando hacia el horizonte.

Nanoha tampoco había dejado de pasar el pequeño matiz de tristeza que había podido captar reflejado en esos ojos borgoña.

A medida que habían pasado los días, y había logrado compartir más tiempo con la rubia, se le estaba haciendo mucho más sencillo entender a su fantasmal compañera de piso. Usualmente tenía una actitud más relajada, y también solía sonreír con frecuencia, pero no había visto de nuevo esa tristeza en sus facciones desde la primera vez que empezaron a hablar.

Permitiéndole tener su espacio, Nanoha optó por mantenerse en silencio mientras trabajaba en su informe, dándole tiempo a la rubia para poder ordenar mejor sus ideas. Las horas pasaron más rápido de lo que había pensado y, cuando recién terminó de enviarle un mail a su profesor con la asignación de la clase, tuvo que levantarse a la carrera para alistarse antes de salir.

Luego de casi media hora, y con un bolso a sus espaldas conteniendo su uniforme laboral, abrió la puerta de la casa.

Al girarse, solo observó como Fate se giraba por un momento, mirando hacia el interior del departamento. Un único suspiro, que parecía cargar todo el pesar del mundo, escapó de su ser sin que la rubia intentara detenerlo.

— ¿Estás preparada? — le preguntó cautelosamente Nanoha

— Sí... Estaré bien — contestó Fate, antes de girarse y salir del departamento.

Fue así como avanzaron calmadamente por las calles que separaban el templo del edificio de departamentos donde vivían. Fate, flotando levemente a su lado y con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón negro, se mantuvo en silencio durante todo el trayecto.

Aunque Nanoha tenía ganas de hablarle, no sabía muy bien qué decir. No podía negar que le había tomado algo de cariño a ese amigable espectro que se desplazaba a su lado, pero era pésima para las despedidas.

— Gracias, Nanoha — murmuró Fate, cuando ya lograban divisar las escaleras del templo.

— No tienes que agradecerme nada — negó Nanoha, intentando no sonrojarse — Fue divertido vivir contigo, a pesar de que me asustaras de vez en cuando.

— Sí, fue divertido — aceptó Fate, con una sonrisa — No creí que pudiese tener una nueva amiga después de morir. La pasé bien.

La intensidad de la mirada de Fate hizo que sus rodillas flaquearan. Las palabras de la rubia eran completamente honestas.

Fate también se había convertido en su amiga.

Ni en sus mejores sueños se hubiese imaginado que terminaría haciendo amistad con un fantasma.

Espectral (¡Mi fantasmal historia de amor!) NanoFateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora