Prácticamente dos semanas después, podía confirmar que su intento desesperado de altar sí había funcionado.
Y vaya que había funcionado.
Fate definitivamente se veía con un semblante mucho más radiante, o al menos tan radiante como lo permitía la espectral luz que siempre la rodeaba. Ahora, con renovadas energías, era capaz de mover más objetos, cosa que Nanoha descubrió un día cuando, levantándose acelerada de su cama por haberse quedado dormida, vio como Fate estaba en la cocina preparándole un café para que tomara algo antes de irse.
En ese momento le agradeció a la divinidad el ser capaz de ver al espectro con el que compartía piso, porque estaba segura de que si en otra ocasión hubiese visto solo la cafetera flotar por los aires, sin nada que la estuviera sosteniendo, le daría un infarto en ese mismísimo instante.
Las nuevas habilidades de Fate le eran de mucha ayuda sobre todo en esos días, cuando las clases se habían puesto intensas y el trabajo no le daba tregua. Además, también había estado ligeramente dispersa en esos últimos días ya que Griffith, su compañero de clases, solía escribirle a menudo. Cada que podía tomaba el teléfono y le contestaba, pero había días en los que sencillamente estaba tan cansada que, al final de la noche, no tenía energías para tomar el teléfono y entablar una conversación con alguien.
Griffith era un buen chico. Le caía bien, de vez en cuando hacía comentarios bastante ingeniosos, y también estudiar con él la había ayudado mucho. Sin embargo, a pesar de que se había ya reunido en la universidad con él en un par de ocasiones para simplemente charlar, todavía no sentía ese click inmediato que nombraban en todas las películas.
El muchacho se esforzaba. Eso era bastante obvio. Pero, no podía evitar sentir que ella era quién no se estaba esforzando lo suficiente. Quizá aún no sentía esa conexión mágica con esa otra persona porque le tocaba poner un poco más de su parte.
La había invitado a salir. Esta vez fuera de la universidad. La proposición de Griffith sonaba ya más como una cita formal, y ella había aceptado.
Y ahora, que había aceptado, no tenía ni la menor idea de qué era lo que tenía que hacer. Tampoco era como si nunca hubiese tenido una cita antes, pero en aquel tiempo su vida tenía menos complicaciones. Se sentía bastante distinto a las salidas con otras personas que había tenido en su adolescencia.
— ¿Sucede algo? — preguntó Fate.
Para la joven fantasma era bastante obvio que algo sucedía con Nanoha, porque la cobriza no dejaba de fruncir el ceño de manera inconsciente, como si algo la molestara. Además, cada cierto rato tomaba su celular y, luego de unos pocos segundos, lo colocaba a un lado dejando escapar un gran suspiro. Usualmente la actitud de la cobriza era más relajada. Que la cobriza arrugara el entrecejo era algo poco común ya que incluso, cuando se concentraba mientras estudiaba, la universitaria tendía a esbozar una ligera sonrisa a medida que iba entendiendo sus notas. Fate lo sabía porque disfrutaba tanto de su compañía que había tomado como costumbre quedarse cerca mientras la chica estaba en casa, y ya reconocía sin tanto esfuerzo las emociones que se cruzaban por el rostro de Nanoha.
Ah, y también porque le gustaba mucho mirarla.
— Griffith me invitó a salir — explicó Nanoha — A salir de verdad.
— ¡Oh! — exclamó Fate, acercándose — Te dije que ese chico quería contigo.
— Sí, tenías razón — aceptó Nanoha.
— ¿Y?
— ¿Y qué?
— ¿No me habías dicho que querías salir con él?
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Espectral (¡Mi fantasmal historia de amor!) NanoFate
FanfictionDespués de tanto ahorrar, Nanoha había logrado mudarse a un pequeño departamento que le daría la privacidad y tranquilidad que su vida de universitaria requería. El precio de la renta era una ganga, pero todo parecía estar en orden. Lo que nunca se...