Capítulo 12: Encuéntrate a ti misma

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El camino hacia el templo parecía ser completamente distinto cuando se transitaba de noche.

Había algo casi sagrado en el suave movimiento de las hojas de los árboles, al ser perturbadas por la serena brisa otoñal que se sentía desde hace algunos días. Las farolas apostadas a lo largo del camino daban la luz suficiente para iluminar correctamente los escalones, pero el follaje que rodeaba el largo trayecto se levantaba de manera imponente al no ser tocado en su totalidad por la iluminación. El silencio no hacía sino potenciar la solemnidad del momento y, por esa misma razón, optaron por mantenerse calladas mientras subían las escaleras que separaban el templo de la poca transitada calle.

Mientras Fate flotaba lentamente sobre los escalones, como era habitual en la rubia, Nanoha y Hayate dejaban escapar pequeñas exhalaciones al subir que solo demostraban el cansancio que les provocaba el esfuerzo físico. El día había sido largo, pero estaba aún lejos de terminar, sobre todo porque Rein las había citado a una hora bastante avanzada para poder llevar a cabo el ritual que, de funcionar, les permitiría saber de una vez por todas qué era lo que mantenía a su fantasmal compañera condenada al plano terrenal.

Para Nanoha ya era muy fácil deducir que la joven espectro estaba hecho un manojo de nervios, pero esta vez tuvo la confirmación de la mano de la misma Fate, quién en un arrebato de sinceridad producto de la confianza que habían desarrollado con su continua convivencia le había confesado que estaba muy ansiosa por lo que sucedería ese día, ya que simplemente no sabía qué esperar.

Realmente la rubia no recordaba su pasado, y le aterraba pensar que antes de morir hubiese hecho algo horrible. Nanoha, conociendo ya mucho mejor a la chica, lo dudaba. La actitud bondadosa de Fate le impedía creer que la muchacha hubiese sido capaz de cometer algún crímen terrible. Pero, sea cual fuese la razón por la cuál estaba atada a ese mundo, esperaba ser capaz de averiguarlo durante esa noche. Aunque el simple ritual no solucionaría de manera inmediata el problema de Fate, al menos podría darles las herramientas adecuadas para poder ayudarla a solucionarlo de una vez por todas.

Al finalizar su larga travesía por las escaleras Zafira ya las esperaba, enfundado en un sencillo traje blanco. Luego de saludar a las dos mortales, y lanzar un saludo al aire hacia Fate, les hizo señas para que lo acompañaran al mismo patio lateral en donde habían llevado a cabo el primer ritual, varias semanas atrás.

La visión de la sacerdotisa que las esperaba fue tan mágica como la atmósfera del lugar, pero, de las tres, Hayate fue la que visiblemente quedó más removida por la presencia de la mujer.

Frente a ellas, y ya dentro del recuadro de piedra, se encontraba Rein. Estaba también vestida con un sencillo traje de ceremonias blanco, con los pantalones arremangados hasta las rodillas para evitar mojarlos con el agua de la tinaja en la que se encontraba parada. Sus cabellos caían libres por su espalda siendo levantados suavemente por las corrientes de aire que atravesaban repentinamente el lugar, y la visión era tan magnífica que, bajo la tenue luz de la luna llena, parecía como si una cascada de plata se estuviera meciendo en el aire.

La poca iluminación que le llegaba desde las farolas cercanas solo hacía que se percibiera aún más su aura misteriosa.

Al escucharlas llegar, la mujer se volteó y les dedicó un pequeño saludo con la mano, esbozando una sonrisa. La impresión que la joven sacerdotisa había causado en Hayate había sido tanta, que Nanoha tuvo que golpearla disimuladamente con el codo a un costado para que la castaña cerrara la boca y despertara del estupor de su fascinación.

Justo frente a Rein, Zafira había dispuesto una única silla. El fornido sacerdote le pidió a Fate que se sentara en esa silla, antes de explicar un poco lo que sucedería.

— Para el ritual, Fate, necesitaremos que intentes mantenerte lo más concentrada posible — Comenzó a decir Zafira, mientras buscaba una larga vara de madera y se la entregaba a Rein — Intenta enfocarte en el deseo de saber qué te ata a este mundo. Según los escritos, con el ritual entrarás en tus propios recuerdos, así que está atenta a cualquier señal que pueda indicar por qué sigues aquí. Rein actuará como un canal para que puedas entrar, así que estarás segura. ¿Estás preparada Rein?

— Estoy lista — afirmó con determinación la sacerdotisa.

— Bien, puedes empezar.

Los cánticos que estaba usando Rein eran diferentes a los del primer ritual, pero la potente voz de la sacerdotisa inundaba el silencioso espacio de una manera tan profunda que no pudieron evitar estremecerse. Sosteniendo la vara con una de sus manos, la golpeaba contra el suelo acentuando algunas sílabas, como si marcara un ritmo misterioso que le hablaba directo a su alma. El agua de la tinaja incluso había empezado a burbujear, y Fate con cada golpe de la vara contra el suelo se sentía más y más ausente, como si estuviese perdiendo la noción del tiempo.

Y, cuando sentía que no podía aguantar la tensión por más tiempo, Rein extendió su mano libre y presionó la palma de su mano contra su frente.

Un espiral de luz la devoró sin que pudiese hacer nada para evitarlo.

Espectral (¡Mi fantasmal historia de amor!) NanoFateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora