𝐢𝐢. the jazz city

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ii

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ii. capítulo dos
la ciudad del jazz




Para Lucille el sonido de las olas siempre fue bastante relajante. El como las olas chocaban entre si y salpicaban a todas partes era algo lindo de ver para la rubia.

Por esa razón siempre le gustaba ir al puerto de Maldonia, en dónde se encontraban todos los nuevos turistas y las atracciones principales de su país.

Un buen libro y el melodioso sonido del mar podía hacer que Lucille se perdiera por horas y horas. Pero eso sí, los brazos nunca fueron su transporte preferido.

No le gustaba que su cuerpo se estuviera balanceando tanto tiempo. Si ocurría en todo momento mucho menos.

Por lo tanto, en este preciso momento, la rubia de ojos lilas estaba sufrir eso demasiado. Y al parecer Naveen disfrutaba de su sufrimiento.

──¿No es maravilloso? ──pregunta Naveen paseando por toda la cubierta del barco──. Esté viaje me ha abierto a nuevos pensamientos.

Voltea a ver a Lucille. Quién estaba reposada sobre uno de los sillones del ferri, intentando que su dolor de cabeza y sus terribles ganas de vomitar disminuyeran.

──Una vez que lleguemos a tierra firme. Te mataré con mis propias manos. ──amenaza Lucille fulminandolo con la mirada. Cierra sus ojos mientras un suspiro sale de sus labios.

Tal vez hubiera sido una mejor idea el que los Reyes le hubieran avisado días antes. Un buen té para dormir no le vendría nada mal en ese momento.

──No me interesa. ──murmura Naveen encogiendo sus hombros. Camina hacia ella, sentándose a sus pies──. ¡Vamos a la Nueva Orleans! ¡Ahí es de dónde viene el Jazz! ¿No estás emocionada?

──Más bien no entiendo tú obsesión por el Jazz, es solo música.

──No sabes de lo que estás hablando, tú, rata de biblioteca.

Así como Naveen tenía una extraña fascinación/obsesión por la música. Lucille tenía lo mismo con los libros. La mayor parte de sus días libres se la pasaba en la biblioteca del palacio, leyendo libros de fantasía.

La de ojos lila jadeo horrorizada. Patea con coraje el hombro de Naveen, quien se queja ante tal golpe.

──¡Retira lo que dijiste!

──¡Házlo tú primero!

──¡Tú empezaste esto!

──¡Pero si está vez fuiste tú! ──reclama el masculino señalandola con su dedo. Lucille lo aparta de un manotazo──. ¡Lucille!

Ella le saca la lengua de manera infantil.

Cuando Naveen iba a hablar fue interrumpido por la corneta del ferri. Los dos alzaron la cabeza y se dieron cuenta de que cada vez estaban más cerca del puerto de Nueva Orleans.

YES TO HEAVEN                                                      prince naveenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora