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xi. capítulo once la sombra de lucille
La casa de los LaBouff era horriblemente grande apenas y entrabas a esta. No era una sorpresa claro, siendo una de las personas más ricas de la famosa Ciudad Creciente.
Para la mala suerte de los herederos de Maldonia, estos no tuvieron la fortuna de tomarse la libertad de conocerla a detalle. Nunca vieron más allá de las cuatro paredes en dónde los habían tenido cautivos unas cuantas horas.
Sin embargo, Charlotte LaBouff comenzó a preguntar por la rubia, quien no se había mostrado al público desde el ferri.
Se notaba su cambio de humor al saber que una vez más, no tendría la oportunidad de platicar con la princesa Lucille.
Lawrence actuaba nervioso ante la presencia de la rubia de cabello corto, por lo que el ambiente se tornó incómodo para él.
La única excusa que se le había ocurrido al impostor, fue el decirle que su acompañante seguía sin acostumbrarse al cambio de horario.
──Y... Señorita Charlotte... ──balbucea él riendo de forma nerviosa──. ¿Ha-Hay algún lugar que quiera recomendarme...? ¡Recomendarnos! ¿A Lucille y a mí?
La rubia lo volteó a ver con una mueca en la boca. Soltó un suspiro, negando con la cabeza. Los dos se quedaron de nuevo en silencio.
Pero de pronto, los ojos de Charlotte tomaron un brillo juguetón, y se volteó al hombre con una gran sonrisa.
──¡Ay, pero claro que sí! ¿¡Cómo no se me había ocurrido antes!? ──exclama, chillando de emoción──. Bueno, en si no es una atracción... !pero una de mis mejores diseñadoras de vestidos vendrá para hacernos ropa junta!
Lawrence palideció ante lo recién mencionado.
──¿¡No es asombroso!? ──suelta un chillido emocionado──. ¡Una princesa y yo vamos a ser gemelas de vestidos! ¡Tengo que preparar todo ya!
Deja a Lawrence atónito ante lo que acaba de suceder. Ni tiempo le dió el poder decir algo más debido a que Lottie salió corriendo hacia donde estaba su padre con la intención de pedirle que llamara a la mamá de Tiana.
Lawrence sintió un escalofrío que lo recorrió de pies a cabeza. Jugo nervioso con sus dedos mientras corría de regreso a la pequeña casa en dónde se estaba hospedando en la mansión de los LaBouff.
