𝐱𝐯𝐢𝐢𝐢. i love you

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xviii

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xviii. capítulo dieciocho
te amo

Claro que la muerte de Raymond, la luciérnaga, le había dolido a todos sus nuevos amigos.

Con tristeza, incontables luciérnagas iluminaron el pantano con tristeza. Lucille caminaba entre estas con un lirio blanco entre sus manos, Tiana y Naveen iban en el lomo de Louis, quien andaba con lentitud en el agua.

Enfrente de todos ellos, tres luciérnagas cargaban una hoja curvada, en dónde descansaba el cuerpo sin vida del insecto.

La espesa niebla no permitía ver a nadie por dónde iba o volaba.

Las tres luciérnagas descendieron, dejando la hoja con delicadeza sobre el agua del pantano. Los dos anfibios saltaron a tierra firme, y junto con Lucille dejaron las tres flores sobre la hoja de Ray.

La rubia sintió un nudo en la garganta, observando como una de las luciérnagas empujaba la hoja con fuerza, haciendo que está poco a poco avanzara, perdiéndose en la neblina.

Tiana agachó la cabeza, soltando un par de lágrimas, las cuales escurrieron por sus mejillas con lentitud.

El pantano se quedó en silencio. El cocodrilo comenzó a tocar su trompeta con una música suave y tranquila, brindado honor a su amigo.

De repente, todos alzaron la mirada hacia el cielo al ver como una brillante luz aparecía de la nada. Lucille hizo lo mismo, sonriendo al ver como una segunda estrella aparecía a un lado de Evangeline.

Las luciérnagas soltaron gritos de alegría, desapareciendo por completo el ambiente triste que había segundo atrás.

Poco a poco, uno de los picos de cada estrella se fue alargando, haciendo ver como si estás dos estuvieran tomadas de la mano.

Una lágrima cayó por su mejilla, sabiendo que ahora Raymond se encontraba unido al amor de su vida. Tal como narraba con voz soñadora.

[ . . . ]

Días después, tras la muerte de la luciérnaga. La mayoría de los animales del pantano estaban firmados, observando la boda que uniría a Lucille y a Naveen en matrimonio.

El sapo estaba sobre un tronco cortado, quedando más o menos a la altura de la femenina.

Tiana estaba detrás de Lucille, siendo la dama de honor de la novia. Sostenía el enorme ramo del tamaño de su cuerpo con facilidad, feliz por la reciente pareja.

Lucille vestía un sencillo vestido blanco, reemplazando al pobre vestido que había estado usando los días anteriores.

Los tres hechizados estaban sobre un montículo de tierra separado del resto. Arriba de sus cabezas un hermoso árbol de cerezo tiraba un par de hojas gracias al viento.

Los primeros rayos del sol hacían que el lugar estuviera iluminado y cálido, creando un ambiente divino.

Ambos enamorados se veían con emoción en su rostro, escuchando las palabras de Mamá Odie.

YES TO HEAVEN                                                      prince naveenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora