𝐢𝐯. the swan and the frog

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iv

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iv. capítulo cuatro
el cisne y el sapo


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Las manecillas del reloj resonaban a cada segundo en los oídos de Lucille. Una y otra vez, una tras otra. Ella no podía hacer más que contar hasta sesenta para volver a iniciar de nuevo.

La música de la fiesta en la mansión de los LaBouff se escuchaba a lo lejos, era casi nula. Y para terminar, los ronquidos de Lawrence la opacaban.

Las llaves de la jaula en donde estaba encerrada colgaban del cuello de Lawrence, al igual que aquel 'talisman' que el mago vudú le había dado. Ahora, en vez de sus hermosas manos ahora tenía un par de alas.

Pero algo que debía de agradecer era el hecho de haberse convertido en un ave como lo era el cisne y no en un sapo, para la mala suerte de Naveen.

Y hablando de aquel príncipe hechizado, quien soltaba jadeos y quejidos intentando mover la tapa que lo tenía preso en su jaula de cristal.

──Haces una espantosa cantidad de ruidos. ──se queja Lucille. Ella estaba encerrada en una jaula para aves.

──Oh, discúlpame por interrumpir tus pensamientos por mi ruidosa cantidad de ruidos. ──suelta con sarcasmo. Su voz se escuchaba un poco distorsionada gracias al vidrio──. Pero el aire aquí es un poco pesado, ¡y quiero salir de aquí!

──Oxígeno. ──corrige Lucille rodando los ojos.

Naveen chasquea la lengua imitando su acción.

──Lo que sea. ──vacila unos segundos exclamando después──. ¡Todo esto es tú culpa!

──¿¡Mi culpa!? ──chilla el cisne──. ¿Quién fue quien me dejó sola?

──Ya estás grandesita como para necesitar compañía.

──¡Tú lo seguiste a ese callejón!

──¡Él me arrastró!

──¡No fue como que hayas puesto mucha resistencia!

──¡Tú estabas ahí con él! ¡Es tú culpa!

──Oh, claro. Y también fue mi culpa el que hayas aceptado su tarjeta. ──acusa Lucille entrecerrado sus ojos──. Gracias a tí estamos aquí, solo admitelo y ya.

Naveen frunció su entrecejo y abrió la boca dispuesto a seguir con esa discusión. Sin embargo, la alarma del reloj que estaba en la habitación interrumpió su hablar.

Los dos miraron con atención como Lawrence ──quien se veía idéntico a Naveen── se levantaba de la cama con pereza.

Camina hasta el tocador que estaba en la habitación y en dónde se encontraba Lucille. Se quita la llave que colgaba de su cuello para cambiarla por la corona dorada que se encontraba sobre el mueble. Se la acomoda en su cabeza viéndose al espejo.

YES TO HEAVEN                                                      prince naveenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora