𝐯𝐢𝐢𝐢. the hunters

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viii

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viii. capítulo ocho
los cazadores







Lucille no podía asegurar cuánto tiempo habían estado caminado, pero comenzaban a dolerle cada vez más sus pobres piernas.

Miró al cielo nocturno por unos momentos. Las estrellas se veían con tanta claridad gracias a que no había ninguna clase de luz artificial.

──¡Yo los llevaré el resto del camino! ──avisa Ray despidiéndose de su enorme familia.

──¡Gusto en conocerlos! ──habla Tiana con una sonrisa.

Lucille se voltea a despedirse de la misma forma──. ¡Gracias por todo!

Los demás se despidieron de la misma forma mientras se alejaban lentamente de ellos, de regreso por dónde habían llegado.

──¡Y no olviden decirle a Ángela que Ray le desea bonne chance!

El sonido de los grillos fue algo que se escuchó por unos cuantos segundos, antes de que Tiana preguntara de forma pícara.

──¿Es tu chica? ──pregunta con voz melosa.

La luciérnaga ríe de manera nerviosa──. No, no, no, no. ¿Mi chica? Esa es Evangeline.

──¿Evangeline? ──pregunta Lucille con una sonrisa──. Pero que nombre tan bonito.

Raymond asiente soltando una risa de enamorado, mientras revolotea alrededor de la rubia.

──Es la luciérnaga más hermosa que jamás haya existido. Hablo con Evangeline casi todas las noches. ──suelta un chillido mientras su luz ilumina más──. Es un poco tímida, no habla mucho...

Pasa a lado de unos arbustos, queda detrás de una hoja, que pronto se ilumina con su luz, dándole forma de un corazón.

──... Pero en mi corazón, se que algún día vamos a estar juntos.

La mujer sonríe con ternura al verlo como soñaba despierto.

──Que lindo. ──halaga Tiana ante las palabras de Ray.

──Que lindo, sí. Pero no te cases tan pronto, amigo. ──interrumpe Naveen recárgandose sobre un tronco caído. Lucille rueda los ojos, soltando un sonido de fastidio──. Hay muchas luciérnagas en el pantano.

──Si claro, igual que sapos. ──responde Lucille pasando a un lado de él.

Naveen brinca hacia un lado antes de que está lo pisará.

──¡Oye, cuidado por donde pisas!

Lucille hace una mueca, tomando con cuidado una de las ramas del gran arbusto, observando las múltiples espinas que este tenía. Por otro lado, Louis avanzó con mucha confianza, pinchandose el dedo.

YES TO HEAVEN                                                      prince naveenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora