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Me levanté, me duché, me vestí, desayuné releyendo las notas, las guardé en mi maletín y salí de casa.

Básicamente hacía la rutina de antes con la diferencia de que, antes de partir hacia mi trabajo, releía las notas hasta que me daba cuenta que si seguía leyéndolas se me haría tarde.

Ayer cuando llegué a mi despacho después del descanso, Frank estaba dentro sentado al otro lado de mi escritorio.

Como hombres adultos hablamos del tema con tranquilidad y le dije que llevaba algo de razón, pero que se pusiera en mi situación, nunca había pasado por esto y me ilusionaba en cierta manera.

Mi mejor amigo lo entendió diciendo que me ayudaría a descubrir su identidad, pero alegó que también se había estado comportando extraño por la boda de su hermana, ya que estaba demasiado preocupado por ello.

Al final volvimos a quedar los dos como si nada hubiera pasado, pero sabía que aún le seguía molestando bastante que recibiera estas notas y no tenía idea de porqué pues tampoco me dio un motivo claro.

Cuando aparqué el coche y me bajé, vi a Karla bajarse de su coche rosado, bastante escandaloso y feo, por cierto.

Aunque evité que no me viera, oí que llamaba por mi nombre y se acercó a mí resonando los tacones en el pavimento de los aparcamientos subterráneos.

- ¿Huías de mí? - Intentó bromear con su chillona voz que se metía por mis oídos y hacía que doliera la cabeza.

Sí.

- No, solo no te había oído. - Como para no oírte con esa voz que tienes, pensé.

- ¿Qué haces el viernes por la noche? - Preguntó justo en el momento en el que Frank aparcaba su coche.

- Saldré con Frank. - Le señalé bajándose del coche.

- Oh, qué pena. Algún día tenemos que quedar tú y yo. - Dijo y por dentro estaba negando frenéticamente.

- ¡Hey, hermano! - Exclamó Frank desde lejos.

- Tengo que irme. - Le dije a Karla y fui con Frank. - Gracias por eso. - Bufé poniéndome a su lado.

- No sé porqué no le dices que te deje en paz de una vez. - Le dio al botón del ascensor y éste se abrió en seguida.

- Porque ya lo he hecho miles de veces y sigue igual. - Me apoyé en la pared del ascensor mientras las puertas se cerraban.

- ¿Y si ella es la de las notas? - Miré a mi amigo y me eché a reír.

- No, es imposible. - Dije cuando él me miró riendo también.

- Tienes razón, Karla no sabría ni usar un bolígrafo. - Las puertas se abrieron y nos despedimos para ir cada uno a nuestros despachos.

Por mucho que intentara no pensar en las notas, lo hacía. Estaba en medio de una reunión y el color verde de los post-its y el color negro del bolígrafo estaba ahí en mi mente junto a su caligrafía que comenzaba a tener una bonita forma redondeada.

Color negro como el bolígrafo que yo tenía apoyado en la boca ahora mientras veía unas diapositivas en la pared de la sala de reuniones.

Al acabar la reunión, Frank me estaba esperando en la pared al lado del ascensor, pero cuando vio que me acercaba le dio al botón y entré después que él.

Llegamos a la cafetería y, como estaba siendo usual, había una notita verde pegada en mi silla. Notita que no tarde en despegar y leer mientras Frank hacía nuestro pedido.

"¡Hola!

Hoy no vino tu amigo a la cafetería y te sentaste solo.

¿Está bien? 

Me dio bastante lastima no haberme acercado y ver desde lejos cómo te tomabas tu café solo, en silencio releyendo mis notas porque las guardas en tu maletín, pero supongo que entonces dejaría de ser anónima y esto solo acaba de empezar. 

No pienses que te vas a librar tan fácilmente de mí, señor trajeado... ¿O señorito?

La verdad es que no sé que edad tienes, pero no te pongo mas de 35 ni menos de 30.

Yo tengo más de 20 pero menos de 25.

No te esperabas ese dato, ¿eh? 

Att: Un chico joven"

El se había preocupado porque estaba solo ayer y solo vio de lejos cómo me tomaba el café releyendo las notas lo que me llevó a maldecir en un murmullo porque no se había acercado a mí.

- ¿Todo bien? - Preguntó Frank.

- Ayer vine solo. Al parecer me vio, pero no se acercó porque dice que "esto solo acaba de empezar" y no puedo descubrir su identidad tan pronto. - Él rió un poco.

- ¿Solo eso? - Negué y seguí leyendo, dando un golpe en la mesa sobresaltando a mi amigo.  - ¿Qué coño haces? - Dijo con el ceño fruncido.

- Tiene entre 20 y 25 años. - Apunté y miré alrededor cuando el camarero se acercó con nuestros cafés riendo. Supuse que había visto el susto de Frank.

Dejó nuestro pedido y se fue, pero a lo lejos vi a unchico. Quizá de unos 20, mirándome, así que me disculpé con Frank y fui a hablar con el chico para preguntarle si era el.

Huyó.

El chico, literalmente, huyó de mí y de la cafetería.

La risa de Frank en nuestra mesa se podría oír hasta nuestras oficinas, así que volví a sentarme con un suspiro cansado y en seguida me reí con él.

- Me estoy volviendo loco, ¿verdad? - Me pasé la mano por la cara y el pelo dejándolas entrelazadas en mi nuca.

- Y esto solo acaba de empezar. - Dijo bebiendo de su café y suspiré.

Entre notas y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora