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Volvía a ser lunes y volvía al trabajo

Lo que Guillermo me había dicho el viernes seguía dando vueltas en mi cabeza porque no sabía a qué se refería e Ian no quería decirme nada alegando que no sabía de que hablaba.

Mentía.

No me miraba a los ojos cuando me respondía o me giraba la cabeza, así que no estaba siendo sincero conmigo.

Él sabía algo pero no me lo iba a decir. Frank era muy bueno guardando secretos, y sino que se lo digan a el chico de las notas.

Incluso cuando el fin de semana ambos fuimos a visitar a mi padre, yo no dejaba de pensar en eso.

Ahora, leyendo la nota y su te quiero solo pude hacer lo que él quería que hiciera; sonreír.

"¡Hola!

Despues de un fin de semana descansando, tengo las pilas a full.

No me gusta verte triste y lamentándote de lo que podrías haber hecho y no pudiste por no saber quién soy.

¿Podrías sonreír por mí?

Venga... 

Una sonrisita...

Pequeñita...

Seguro que consigo que sonrías si te digo que te quiero.

Att: Un chico recargado."

Guillermo se acercó con una enorme sonrisa que iluminó toda la cafetería y eso solo hizo que mi sonrisa no se borrara.

Dejó los cafés sobre la mesa y, con algún comentario sumado a una bonita y escandalosa risa, se volvió a ir a seguir atendiendo a otros clientes que acababan de llegar.

- Frank. - Le llamé sin dejar de mirarla a él.

- Dime. - Tragué saliva.

- Me gusta Guillermo. - Confirmé.

Entre notas y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora