③①

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- Tengo un gran problema, papá. - Dije al teléfono.

- Cuéntame. - Suspiré.

- ¿Recuerdas del chico del que te hablé? - Asintió al otro lado. - Bueno, pues empieza a haber otro chico también. - Me puse una camiseta que usaba de pijama.

- Vaya, hijo, eres todo un rompecorazones. - Se rió. - Tanto tiempo con Frank, al final has terminado como él. - Me hizo reír un poco.

- No, no soy como Frank, pero tiene que ver con él. - Fui hasta la sala.

- Venga, hijo, estoy esperando y no tengo toda la noche. - Dijo divertido y me dejé caer en el sofá.

- El chico de las notas sigue escribiéndome y me encanta que lo haga. Creo que comienzo a enamorarme de él, aunque creo que de lo que me estoy enamorando realmente es de las notas porque a él no lo conozco. - Miré todos los post-its ordenados en un tablón en la pared de la sala.

- Y, ¿cuál es el otro chico? - Miré al techo y tomé una bocanada de aire para decirlo.

- El chico de Frank. - Mi padre hizo un gran silencio al otro lado y estalló en una carcajada.

- Frank no tiene chico, Samuel, tiene chicos. - Recalcó la s  final.

- No, este chico es diferente, papá. Las miradas que le da o cómo sonríe viéndolo todas las mañanas en la cafetería... Es extraño verlo así. - Él paro de reír.

- Hijo, pero es el chico de tu mejor amigo. - Asentí con la garganta.

- Lo sé, lo sé, pero hay algo en él que, no sé, nos une. - Me incliné hacia adelante y apoyé mi mano en la frente. - No sé si es porque me imagino a el chico de las notas como él porque tienen tanto en común que no lo sé, pero algo hay, papá. - Me volví hacia atrás en el sofá.

- ¿Qué dice Frank? - Preguntó.

- Nada, no le he dicho nada. No puedo decirle que me empieza a gustar su chico teniendo yo a el mía y sus notas, ¿entiendes? - Asintió al otro lado. - Aunque realmente no es su chico. -Mumuré pero me oyó.

- ¿Pero no dices que sí? - Bufé.

- A Frank le gusta Guillermo, pero Guillermo solo lo ve como un buen amigo y él, por algún motivo que desconozco y que no quiere decirme, no hace nada para cambiar eso. - Aclaré.

- Si él no hace nada para cambiar eso, es que mucho no le gusta. - Negué aunque no me viera.

- Sí que le gusta y le gusta mucho. Conozco a Frank de toda la vida, papá,créeme que lo sé. - Él hizo un sonido pensante al otro lado.

- Solo puedo decirte que tengas cuidado. Un amigo es para toda la vida, y más Frank que siempre ha estado contigo a pesar de todo lo que ambos han pasado. - Suspiré. - Las parejas van y vienen, Samuel, pero aclara tus sentimientos para que no sufras tú, hijo mío. - Acabó.

- Te has vuelto un hombre muy sabio, papá. - Fruncí el ceño divertido.

- Será la edad. - Reímos.

Hablamos un poco más de lo que él había hecho durante el día y colgamos, donde dormí en el sofá y al día siguiente hice la rutina para ir a trabajar.

Como no pudo ser de otro modo, Frank abrió sin llamar y me sentí un poco culpable al verle sonreír mientras bajábamos en el ascensor.

Ese sentimiento de culpabilidad se vio sustituido por uno de alegría cuando despegue el post-it y me senté a leer la nota, viendo su caligrafía emocionada por un peludo inquilino en su nueva casa.

"¡Hola!

¡Ya no vivo solo!

No, no tengo compañera o compañero de piso, aunque podría decirse que sí.

¡Uno de mis hermanos mayores me ha dado un cachoro! ¡¡Yay!!

¡¡Es tan adorable que me quiero morir, Dios mío!!

El cachorro es el adorable, mi hermano no.

Ugh

No es de ninguna raza ni nada de eso, pero no me importa.

Me dijo que fue a adoptar un gato para su novia, pero vio ese pequeñín y pensó en que me haría falta compañía.

Es macho y todavía no sé como llamarle.

Att: Un chico dubitativo."

- Te ves estúpido. - Dijo Frank cuando Guillermo dejó los cafés y se fue.

- Puede, pero yo tengo a alguien que me escribe notas y tú no. - Guardé el post-it.

- Eso ha sonado muy infantil. - Frunció el ceño y rió luego.

- Tienes razón. - Me reí con él.

Entre notas y caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora